miércoles, 21 de diciembre de 2011

Pinceladas Autobiográficas: El SUP3IA, un Don Juan nefasto

Vengo observando desde que escribo este blog, que contar los aspectos más ridículos y vergonzosos de mi vida, conlleva un curioso efecto liberador. Es como cuando le confiesas a un cura que has visto una revista guarrilla (sí, lo he hecho, las dos cosas, ver revistas guarrillas y confesárselo a un cura..., y creo que lo segundo es lo que me resulta más bochornoso). No se por qué, pero recordarme a mi mismo en situaciones absurdas y grotescas, me pone de buen humor y me ayuda a quitarle hierro a cualquier asunto (lo que dado mi estado anímico -léase el post anterior- viene francamente bien). Así que allá vamos de nuevo.

No se si los problemas para ligar son característica general de todos los SUP3IA, hasta ahora soy el único de mi especie que conozco en profundidad, por lo que se podría decir que el estudio no es concluyente. No soy quien para juzgarme a mi mismo en cuestiones físicas (a mi personalmente, el tío del espejo me parece un tipo bastante normal tirando a feillo, por más que mi mujer y mi hija digan que soy muy guapo). Por lo demás y siendo tan objetivo como es posible serlo al hablar de uno mismo, creo que, en general, siempre he estado en buena forma y he sido obsequiado con un razonable don de la palabra (bien es cierto que más escrito que hablado, pero bueno...)

Claro que también es un hecho, empíricamente demostrado, que un considerable número de tíos (y tías) objetivamente feos no han tenido problemas para comerse tantas roscas como se les han presentado por delante, y que en este hecho no tiene relevancia ni el dinero, ni la posición social, ni ningún otro aspecto mesurable del feo en cuestión, que pudiera decantar de su lado una posible conquista.

Por fortuna para mí, encontré la estabilidad emocional hace ya un buen puñado de años. Pero no siempre fue así. Mis conquistas exitosas se pueden contar con los dedos de una mano..., y sobran dedos. Y por si fuera poco dejé escapar algunas buenas oportunidades. Varios de mis intentos fueron estrepitosos fracasos y en unos pocos casos me quedé a las puertas del éxito.

Yo creo que mi principal problema es que soy un enamoradizo y un romántico. Ya hablé con anterioridad de ciertas moñerías que protagonizaba cuando caía "locamente enamorado" (hoy diría "locamente hormonado"). Concebía la conquista como un proceso lento y romántico, lo de los rollos rápidos no iba conmigo y por eso me estrellé unas pocas veces.

Al margen del instituto, donde tuve mi primer ligue y demasiados fracasos, el primer año de Universidad fue el que me ofreció las mejores oportunidades. Fue el único curso que salí, con cierta frecuencia, los fines de semana, y aunque heredé cierta responsabilidad de la época del instituto -cuando tenía hora de llegada a casa-, es cierto que podía recogerme un poco más tarde, y alcanzar así las horas de la madrugada donde las oportunidades parecen aumentar exponencialmente.

Una noche, ya bastante tarde, quedábamos un pequeño grupo en un bar rockero, de los pocos que, a mi juicio, ponían música decente. Una buena amiga me había presentado a una de las chicas un par de día antes y habíamos hecho buenas migas. Yo iba por mi segunda Coca-Cola, ella irían por su segundo cubata. A esas alturas se estaba acercando mucho, me hablaba más cerca de la boca que del oído y había rebasado, de forma muy evidente, el umbral de la insinuación sutil. Noté cierto olor etílico en su aliento y me pudieron mis principios caballerescos: No debía aprovecharme de la situación. Haciendo acopio de todas las fuerzas que da la sobriedad de la cafeína, recuperé cierta distancia. Fue muy duro, la chica estaba francamente bien. Tras perderla de vista un buen rato, la vi liada con un maromo cerca de la barra. La chica sólo quería pasar un buen rato y necesitaba un par de copas para lanzarse. Y yo estuve una semana repitiéndome mañana, tarde y noche: "Chaval, tú lo que eres es tooooonto...".

En otra ocasión la situación fue todavía más obvia. Me presentaron una muchacha estupenda (en todos los sentidos): simpática, alta, buen tipo y larga melena morena. Quedé con ella y otro par de amigos para toma un café una tarde. Saltándose todas las convenciones, pasó a buscarme por la pensión de estudiantes dónde yo vivía entonces. Mis compañeros incluso se asomaron al balcón para lanzarme vítores mientras la chica sonreía de forma maliciosa. Pasamos una tarde agradable de risas, tonteos y manitas. En algún momento la chica hizo alusión, muy de pasada, a un novio (algo del pasado o poco serio), pero durante un segundo me desconcertó e hizo saltar un chispazo en mi cabeza -Esto fue determinante en lo que pasaría un par de horas después-. El resto de la tarde siguió en la misma línea, y cuando ya había anochecido, tiré otra vez de mis principios caballerescos y la acompañé a casa. En la calle, al pie de su edificio, cruzamos unas últimas palabras y bromas, y cuando menos lo esperaba me plantó un largo beso que me nubló la vista. Entonces me miró unos segundos y fue y me preguntó: "¿Quieres subir?"...

Hagamos aquí una pausa dramática. ¿Qué habríais contestado? "Sí" ¿Verdad? PUES NO. Estaba dispuesto a olvidarme de todo ese rollo de la conquista y el proceso lento y romántico. Me hubiera encantado subir, pero durante un segundo se me vino a la cabeza la imagen de un novio cachas de 1’90, cornudo y cabreado (¿Por qué cachas y 1’90? ¿Por qué no 1’70 y tirando a canijillo? Pues yo que se, a aquella chica parecía pegarle más un novio de 1’90 y ya está…). Así que mi sentido común pudo más que las ganas -vamos que me acojoné-, rehusé con toda la entereza y cortesía que pude, y ahí se acabó todo. Me pegué noches sin dormir, con mi alter ego machacándome sin descanso: "De verdad que tú eres tonto, lo tuyo no tiene remedio, no te vas a comer ni un puñetero colín…".

Unas semanas más tarde, un día en el que ni siquiera tenía pensado salir (y eso que la ciudad estaba de fiesta con un festival de música), un compañero me convenció para ir a tomar algo. En un botellón conocí a una chica guapa y tímida, que no sabía como quitarse de encima a un moscón borracho que, precisamente, también era compañero mío. Intervine y de buena manera conseguí que el tipo la dejase tranquila. Charlamos y bebimos durante un buen rato, y al final, cuando dijo que se iba a casa, otra vez mis principios caballerescos hablaron por mí. Me ofrecí a acompañarla, pues sus amigas todavía se quedarían un rato. Aceptó con ciertas reticencias -no se si por timidez o desgana- y nos despedimos en el portal de su bloque con un casto beso en la mejilla. Yo pensaba que allí se había terminado todo, pero uno o dos días después coincidimos en el autobús yendo a clase. Le propuse acercarme a buscarla a su facultad para tomar un café y aceptó. Me dio su número de aula (a falta de teléfono móvil) y unas horas más tarde me planté allí. Cuando vi que todo el mundo salía de la clase y ella no estaba, se me cayó el alma al suelo y me morí de vergüenza -"Me ha dado un aula equivocada, que diablos, seguro que ni estudia aquí. Qué forma más cruel de dar calabazas..."- pensé. Por suerte, cuando ya me iba, apareció corriendo disculpándose por el despiste y nos tomamos ese café. Diez años después esa chica se convirtió en mi mujer. De modo que, al final, tengo que dar gracias por todos los fracasos que, de una forma u otra, me llevaron hasta ella.

Así que de ligar, lo que se dice ligar, ni puñetera idea oiga...

lunes, 19 de diciembre de 2011

Esta pieza no es de este puzzle

Un día un niño, rebuscando en un baúl lleno de juguetes y juegos olvidados (ya sabéis cómo son los chiquillos hoy día, tienen de todo y de todo se cansan rápido), redescubrió un viejo puzzle. La imagen de la caja mostraba una bonita e intrincada ilustración de un cuento infantil. Junto a la imagen ponía "puzzle 100, 26x39 cms". Debió recibir aquel regalo en alguno de sus primeros cumpleaños, o quizás era cosa de los Reyes Magos (había que reconocer que en ciertas ocasiones se complicaban poco la vida). El chico, con renovado interés, desperdigó las piezas en la moqueta de su habitación y comenzó la tarea. No llegó a resolver aquel enigma de fragmentos sinuosos, pero mantuvo un inusitado interés durante casi una semana. Poco antes de aburrirse, el niño encontró una pieza entre las demás, más pequeña y de unos colores que no cuadraban con el conjunto. -¿Qué hace esto aquí? Esta pieza no es de este puzzle...- Apartó el fragmento con desinterés y se olvidó de él. Unos días después, la madre del chico limpiaba la habitación y bajo la cama encontró la pieza. La introdujo indolentemente en una caja cualquiera, de las muchas que había en aquel baúl, y siguió con su labor.

Pasaron unos años y el niño ya era más bien un muchacho. Un día, después de hacer los deberes iba a sentarse frente al ordenador, pero entonces se sintió un poco hastiado de videojuegos y, por casualidad, sus ojos se fueron a posar sobre el viejo baúl, el cual no debía abrir desde hacía, por lo menos, tres años. Escudriñó entre la amalgama de una década de ocio olvidado y encontró una caja. La ilustración mostraba una épica escena de lucha entre dos criaturas sobrenaturales de algún cómic o película. Le llamaron poderosamente la atención sus colores oscuros y siniestros, y la maestría del dibujo. Una literatura acompañaba a la imagen: "Puzzle 500, 34x48 cms". Hacía años que no intentaba montar un puzzle, pero esparció las piezas sobre una mesa grande y comenzó a clasificarlas. Después de un rato, había montado el marco y tenía separadas las piezas por colores parecidos. Uno de los fragmentos le llamó la atención, el reverso era de un color diferente: -¿Qué hace esto aquí? Esta pieza no es de este puzzle...-. Abrió otra caja del baúl al azar y dejó la díscola pieza. Tras un par de horas el chico estaba nuevamente sentado frente al ordenador. El puzzle a medio hacer descansó en la mesa durante un par de días, después la madre lo recogería con resignación y lo devolvería al baúl de los juguetes.

Años más tarde, una angustiosa noche de estudio en época de exámenes, el ahora casi adulto chaval, buscaba con avidez algo en lo que distraer su atención, después de un par de horas eternas de estudio. Era tarde, ninguno de sus amigos estaba conectado y necesitaba urgentemente distanciarse un rato de los libros. Entreabrió la ventana de la habitación y se encendió un cigarrillo (Hacía como un año que su madre sabía que fumaba y era permisiva al respecto, pero odiaba que la habitación apestase a humo...). Después de un siglo, el viejo baúl de juguetes le llamó de nuevo la atención. Lo abrió e investigó en el interior. Sacó la caja de un puzzle: 1000 piezas, 48x68 cms. Un plácido paisaje era el protagonista de la escena. ¿Qué mejor forma de relajarse un rato que buscar una idílica campiña entre los fragmentos de aquella ilustración? Salió de la habitación y recorrió la casa silenciosa en dirección a la cocina. Se llenó de nuevo la taza de café y volvió a su cuarto para empezar su relajante cometido. Cuando los primeros rayos de sol entraron en la habitación, dos o tres cafés más tarde, una pieza apareció entre las demás y las palabras fueron nuevamente pronunciadas: -¿Qué hace esto aquí? Esta pieza no es de este puzzle...-. El muchacho suspendió su examen del día siguiente (y algunos más). El puzzle del paisaje lucía un marco y colgaba de una pared por obra y gracia de una madre orgullosa de la perseverancia de un hijo. Y una pieza reposaba, olvidada, maltrecha y ya sin caja, en el fondo de un viejo baúl de juguetes.
...


Hay que ver cuanta tontería puede llegar a escribir uno para expresar un estado de ánimo. Lo peor es que, aunque a veces me haya podido sentir como ellos, hoy no soy ni el chaval ni su madre. Hoy soy la puta pieza de puzzle que no encaja en ningún sitio… Pero podría decirse que después de escribir este tostón me siento un poco mejor (verbi gratia).

lunes, 12 de diciembre de 2011

Puente en Madrid y otra semana cojonuda

Como vengo haciendo los últimos cinco o seis años, hace unos días he acudido al curso nacional de aikido que el maestro Kitaura imparte en Madrid por estas fechas –habitualmente el primer fin de semana de diciembre-. Este año habíamos planeado irnos todos (Cris, la niña y yo) y prolongar un poco más nuestra estancia en la capital, de modo que Cris y yo pudiéramos hacer algo especial el día de nuestro aniversario, y al mismo tiempo, hacer las presentaciones oficiales entre Olga y Madrid; con luces navideñas, zoológico y toda la parafernalia de unos idílicos días en familia. Nos tomamos un par de días de vacaciones para hacer puente con la Constitución y la Inmaculada y cogimos un hotelito por el barrio de Salamanca, céntrico y a diez minutos del polideportivo donde tendría lugar el curso, de modo que durante las sesiones del mismo -sábado y domingo-, Cris y la niña pudieran moverse con comodidad. Luego, desde el domingo por la tarde hasta el martes, disfrutaríamos de un merecido descanso familiar.

Pero como viene siendo habitual se nos jorobó el plan. Con toda sinceridad, intento denodadamente apearme de mi pesimismo, pero hay ocasiones en que la única forma que tengo de conseguirlo es comparar mi sino con el de un pobre niño congoleño (mis disculpas por la insensibilidad, sólo es una forma de hablar). Desde el segundo día de estancia en Madrid -y hasta hoy mismo- tenemos a la niña enferma, sin que nadie tenga muy claro que le pasa más allá del socorrido "es un virus". Llevamos más de una semana desesperados, luchando contra la fiebre a golpe de Dalsy y Apiretal y baños tibios a las cuatro de la mañana.

El planazo del domingo 4, día de nuestro aniversario, fue intentar mantener baja la fiebre de la niña. El plan lo completamos por la tarde-noche yendo de urgencias al hospital Niño Jesús, donde tras una evaluación previa (en la que obtuvimos una baja prioridad) nos vaticinaron cinco horas de espera. Como en ese momento la niña estaba bien -Dalsy gratia-, y allí había docenas de niños enfermos, decidimos salir escopetados, no fuera que al final nos llevásemos más de lo que traíamos...

Esa noche fue bastante toledana, pero como quiera que la niña amaneciera bastante bien, y dado que llevaba un mes hablando de los animales de zoo, decidimos arriesgarnos y darle en el gusto.

La mañana y parte de la tarde transcurrieron con cierta normalidad. La niña bastante cansada y mimosa, y algún amago de febrícula, pero bastante bien. Disfrutamos lo que pudimos del zoo y a última hora de la tarde, ya oscurecido, dimos una vuelta por la Plaza Mayor, Sol y Preciados, para que la enana alucinase un rato con la iluminación navideña. Pero cuando llegamos al hotel Olga estaba con 39,8º. Antitérmicos, baños de agua tibia y agobios. La noche tampoco fue buena y por la mañana empacamos nuestras cosas y salimos disparados para casa.

Parecía que la niña estaba bastante entonada por la mañana, e hizo bastante bien la primera parte del viaje; pero cuando paramos a comer en un hostal, la fiebre empezó a subir de nuevo, se le cambio la cara y parecía que iba a perder el conocimiento, así que pedimos una habitación, dejamos la comida en la mesa y subimos a bañar a la pequeña.

Cuando pareció que se recuperaba, comimos rápidamente, montamos en el coche, lo puse a 140 y no paré hasta llegar al servicio de urgencias del hospital, en Cáceres. Me río yo de la Odisea de Ulises.

Hoy lunes, ya han pasado ocho días desde que la niña empezó con esta batalla. Esta noche ha vuelto a los 39,5º. Su madre y yo a penas hemos dormido. Yo he tenido que desplazarme para trabajar y Cris la llevará esta mañana al pediatra por enésima vez. Y ya que estamos, después de que la hayan visto media docena de doctores (entre pediatras y médicos de urgencias) a ver si alguno considera mandarle, por lo menos, una analítica de una puta vez. Es un virus dicen..., sí, el catarro común, la gripe A y el jodido Ébola lo son, para saber eso no hay que estudiar medicina...

P.D.: Me disculparéis que hoy no tenga ganas de "vídeo del lunes".

lunes, 21 de noviembre de 2011

El vídeo del lunes

Hoy es uno de esos días en los que, lo que toca, es hablar de política. Ayer domingo tuvieron lugar las elecciones de las que depende (o debería depender en gran medida) el futuro de nuestro país. Aunque tal y como están las cosas, y vistos los resultados, pocas cosas tengo claras. Así que de momento aquí pongo un vídeo de Pixar -que suele ser garantía de éxito-. Me mandaron el enlace la semana pasada y me regaló unos minutos divertidos... Luego, si eso, ya hablamos de política...

lunes, 14 de noviembre de 2011

El vídeo del lunes

Otra vez tarde, pero persevero... Además de no tener demasiado tiempo para búsquedas, lo cierto es que me está costando encontrar cosas que me hagan gracia últimamente. Igual voy a tener que buscar los vídeos en sábado -que estoy de mejor humor y me vale casi cualquier cosa- y guardar los enlaces para ponerlos en el blog el lunes...

El caso es que al final, he localizado otra colección de vídeos de animación que deberían hacer sonreír a nuestro friki interior. Se agrupan bajo el epígrafe "How It Should Have Ended". Hay que afinar un poco el oído -está en inglés- pero tiene su gracia. Éste es una muestra.

martes, 8 de noviembre de 2011

Reflexiones de parque

La gente que me conoce sabe (y si no lo sabe ya lo digo yo) que vivo con una preocupación casi continua por el futuro, que a veces es incluso malsana. La sensación de incertidumbre que reina en estos días casi me obsesiona. La seguridad de mi familia, nuestra estabilidad y economía llegan, en ocasiones, a quitarme el sueño. Pero sobre todo -en los dos últimos años- le doy muchas vueltas a cuales serán las dificultades y los problemas que tendrá que afrontar mi hija en su vida. Probablemente es una sensación que deberían padecer todos los padres, aunque no es lo que siempre percibo.

Siempre me he jactado de ser un buen observador de la conducta humana. Presumo de tener bastante empatía (lo que no siempre es bueno) y de calar bien a la gente. Muchas veces esa observación de los demás me lleva a divagaciones y elucubraciones durante un buen rato y en ocasiones hasta lo escribo, como es el caso.

Esta entrada tiene su origen en uno de tantos días en los que llevamos a Olga al parque. Con dos años es como un pequeño león enjaulado. Cuando por cualquier circunstancia pasamos un par de días sin salir a dar un paseo, se pone bastante insoportable. Además una buena sesión de columpios nos proporciona, la mayoría de las veces, una noche de sueño bastante tranquilo. El caso es que, mientras ella juega, yo suelo merodear cerca o sentarme a poca distancia -sin dejar de mirarla de reojo-. A ratos observo a los demás niños y, sobre todo, a sus padres. Esta observación me permite reflexionar y sacar conclusiones sobre las batallas que mi hija tendrá que librar en su vida. Aunque por el momento esa batalla sólo es un niño de cuatro años que se cuela para subir al tobogán empujando a una niña de dos, mientras su madre mira la escena indolente... ¿Cómo le explico, a sus dos años, que debe guardar el turno, pero que puede pegarle un codazo en el estomago -o en cualquier otro sitio- al puñetero niño si intenta colarse?... Es complicado, por ahora sólo puedo retenerla si intenta subir las escaleras cuando no le toca, y agarrar al niño, con más cortesía de la que me apetece, para que la deje pasar cuando le corresponda; exponiéndome, por supuesto, a cualquier pendencia con otros progenitores. Hoy es una señora menuda y apática a la que le da igual ocho que ochenta, pero mañana puede ser un tío enorme para quien su niño tiene derecho a comportarse como un pequeño déspota hijo de puta... Y no es que me preocupe en exceso el enfrentamiento, pero no es plato de buen gusto...

lunes, 7 de noviembre de 2011

El vídeo del lunes

Este lunes, otro vídeo de animación. No he podido dedicar demasiado tiempo a husmear por YouTube, pero éste me ha hecho gracia por su humor absurdo y su gran título, "El hombre que podía sentarse donde fuera". Y como la sonrisa fácil y rápida es el propósito, pos' a mi me vale...


Y hablando de culos..., últimamente no se que pasa que ando con el mío apretao' desde primera hora de la mañana. Compartir un vídeo tempranero -cuando realmente es útil- se está convirtiendo en una misión imposible. Así que, si habéis estado de mala leche hasta la una y media, mis disculpas. Yo también lo he estado...

jueves, 3 de noviembre de 2011

Planazo en el puente de noviembre

El día 1 de noviembre, martes, fue el día de todos los santos. Esto nos brindaba la ocasión de coger un día de vacaciones para hacer un agradable puentecillo, y así lo hicimos. Solicité el día, trazamos nuestros planes, nada pretencioso, una escapadita el lunes a Madrid para hacer algunas compras, y quizás una velada de cena y cine el martes -cosa que valoramos una barbaridad desde que nació la niña-. Y mientras, la peque con su abuela... Pero como suele pasar en estos casos la providencia, el karma o la alineación de los putos chakras consideraron conveniente un ligero cambio de planes. Concretamente que yo me pasase dos días en la penumbra de una salita en casa de mi suegra, con un parche en el ojo y otros dos días sin poder ver tres en un burro con la pupila del tamaño de una moneda de 50...

Lo que son las cosas, más de diez años aprendiendo las más depuradas técnicas de defensa y de combate. Una década afinando mis sentidos para convertirme en un arma más rápida, más letal... Y llega una mocosa de dos años y medio y, a la mínima que me descuido, casi me salta un ojo. Y no usó un objeto punzante ni un juguete made in Taiwán que no hubiera pasado los controles de la UE; no, uso su dedito -ni siquiera tuve tiempo de ver exactamente cuál-, lo hundió en mi ojo derecho hasta la tercera falange y me jodió la córnea de la forma más inocente...

Total que hoy, por fin, estoy empezando a ver con cierta normalidad -de hecho he ido a trabajar-. El diagnostico: una úlcera de tamaño respetable en la córnea: la criatura se me llevó con la uña parte de la capa epitelial. Hasta ayer estuve con unas gotas que me dilataban la pupila y además tengo que estar echándome otras -un antibiótico- hasta el lunes que viene... Encima la cachonda de la oftalmóloga va y me dice "No es por asustarte, pero tengo un paciente que perdió un ojo jugando con su bebé de ocho meses. La criatura todavía no controlaba la cabeza erguida y le reventó el globo ocular a su papá de un golpe. Tras varias operaciones no pudieron hacer nada por salvarle la vista"... Tócate las criadillas... Angelitos, si es que no se dan cuenta de lo que hacen...

lunes, 24 de octubre de 2011

El vídeo del lunes

Bien, aparquemos momentáneamente los vídeos sobre bebés. YouTube también está llenito de cortos de animación que le ayudan a uno a empezar la semana con una buena sonrisa. Las desventuras de este pobre topo son un claro ejemplo.


Parafraseando a mi amigo Kusan: Un tipo listo en un mundo lleno de aprovechados... Y encima al final te cae encima el gran marrón :P

lunes, 17 de octubre de 2011

El video del lunes

He aquí un claro ejemplo de conversación civilizada y bien argumentada (y no lo que hacen ciertos personajes en sus manidos debates televisivos pre-electorales...). Feliz lunes (aunque esta expresión sea una contradicción en si misma).

viernes, 14 de octubre de 2011

Se van nuestros gigantes

Parece que, poco a poco, la Informática se va quedando huérfana. Los nombres propios de nuestra particular historia, responsables de muchas de nuestras satisfacciones y desvelos, se van marchando, quedando, ya de forma más perenne y estática, en esos libros que ya ocupaban desde hace tiempo.

Tras la muerte -precoz- del visionario padre de la manzana mordida -que tanto a tentado a los geeks-, Steve Jobs, la semana pasada, hoy he desayunado con la noticia de la muerte de otro de nuestros genios, Dennis Ritchie, desarrollador del lenguaje C y co-creador del sistema operativo UNIX.

Hasta la fecha no he sido usuario de ninguna de las ies de Jobs (iMac, iPhone, iPod, iPad... Aunque sí que me he tragado un buen número de películas de Pixar). Conozco el UNIX de Ritchie sólo de pasada (y Linux poco más, aunque C sí que me resulta ligeramente familiar). Sin embargo estas personas han cambiado el mundo, llevándonos, con pasos de gigante, hacia una nueva era de computación, tecnología y entretenimiento. Y eso merece ser, por lo menos, mínimamente recordado y celebrado.

lunes, 10 de octubre de 2011

El vídeo del lunes

Hoy es lunes. Todos sabemos lo que eso significa. Para un sup3ia (bueno, también para todos los demás seres humanos currantes de clase media...) es con toda certeza el peor día del año... ¡Y ocurre todas las semanas!. Sin embargo, hoy, leyendo el blog de un amigo -que seguramente también ha empezado el lunes un poco jodido- he tenido una idea (seguramente nada original) para empezar cada semana de otra manera. Para mi supone todo un gran paso en mi lucha contra el pesimismo, y es tan fácil como hacer una rápida búsqueda online a primera hora de la mañana... A ver si consigo ser constante en esto. Gracias Gandalf.


Creo que el vídeo ya tiene un tiempo, pero bueno, a mi me vale, no lo había visto y ha cumplido su objetivo: una sonrisa el lunes por la mañana (En realidad es la segunda, la primera me la ha arrancado el vídeo compartido por mi buen amigo Gandalf) Los niños dan bastante juego para esto. Por el momento permitir que me aproveche de los padres incautos que cuelgan vídeos de sus querubines en YouTube. Yo por ahora prefiero mantener a mi hija en un moderado anonimato digital -aunque realmente hay veces en las que lamento no grabarla en vídeo-.

viernes, 7 de octubre de 2011

Tontadas institucionalizadas (II)

A estas alturas, esa frase que reza que la estupidez humana no tiene límites, está tan manida que casi ha perdido su significado. Sin embargo, yo no dejo de sorprenderme por la facilidad con que, históricamente, los seres humanos más gilipollas alcanzan las más altas cotas de la política y la sociedad...

Mientras unos cuantos infelices se parten los cuernos luchando por los derechos humanos, la dignidad de las personas y paridas así, algunos se siguen esforzando por azuzar y dar alas al animal más bestia -valga la redundancia- que llevamos dentro. Aquí podéis disfrutar de la última ocurrencia de un congresista de Florida.

Y yo preocupado por ser políticamente correcto cuando escribo... Manda narices. Luego se llevan las manos a la cabeza, porque a unos cuantos les da por lanzar cabras desde campanarios... Claro que las pobres en este caso ni cobran ni llevan casco...

jueves, 29 de septiembre de 2011

Pinceladas autobiográficas: El SUP3IA friki ¿nace o se hace?

[...] Friki o friqui (del inglés freak, extraño, extravagante, estrafalario, fanático), es un término coloquial, no aceptado actualmente por la Real Academia Española, que se refiere a aquellas personas específicamente interesadas (en algunos casos de manera obsesiva) hacia los temas de la denominada cultura friki: la ciencia ficción, la fantasía, el manga, el anime, los videojuegos, los cómics y la informática, entre otros. [...]. (Extracto de la Wikipedia)

¿Qué por qué he empezado con el párrafo anterior? Fácil. Aunque la mayoría de las pocas personas que leen esto ya saben de que voy ha hablar, la acuñación del termino friki tiene una historia dolorosa y un pasado oscuro. Jamás podría perdonarme destruir a mi familia si alguien desinformado o con mala fe, les dijera que voy por ahí como Paco Porras, con una ensalada César por sombrero, o travestido e hiper-siliconado como Carmen de Mairena... No podría vivir con eso.

Aclarado esto, y cogiendo una acepción del termino que se ha ido dignificando con el tiempo, yo tiendo a definirme como un friki multidisciplinar. Desde que puedo hacer memoria, he tenido cómics entre las manos; adoro la ciencia-ficción, las fantasías épicas y el terror (en libro y en película); me encantan los videojuegos; he disfrutado de bastantes juegos de rol y, finalmente, he hecho de la Informática mi profesión (aunque a veces me arrepienta). Por si fuera poco he coleccionado espadas y practico artes marciales... Si es que es un milagro que todavía no haya hecho alguna barbaridad (aunque he de confesar que una vez maté un gorrión con mis propias manos... Una amiga lo trajo a casa, tenía el cuello partido y estaba medio muerto. Yo no sabía que hacer -no tenía collarín para gorriones- y... bueno, eso es otra historia. Lo del rol es lo que tiene, que te convierte en un asesino despiadado...)

Sin embargo no he llevado ninguna de esas aficiones al grado de obsesión, supongo que porque son demasiadas y no he tenido tiempo de obcecarme con ninguna -de hecho siempre me he quejado de tener demasiados hobbies en proporción a mi tiempo de ocio-. La que probablemente si ha sido una constante en mi vida ha sido mi inclinación por los cómics, ya no tanto leerlos, sino más bien dibujarlos, lo que desde siempre ha sido una pasión (que últimamente tengo abandonada). Cada día se me cruzan por la imaginación escenas de mi vida en forma de viñetas, que espero poder dibujar algún día. Y entre mis notas y diagramas del trabajo no es difícil encontrar rápidos bocetos de cosas que me pasan por la cabeza.

Supongo que para mí, en esto de la cultura friki, el punto de inflexión fueron los juegos de rol. Hasta entonces, lo mío era onanismo intelectual: videojuegos, cómics y libros... Pero la primera vez que quedé con unos cuantos amigos para jugar una partida de "Mutantes en la sombra" fui consciente de mi interés por esta clase de subcultura. Creo que entonces el término friki todavía no era de uso común, pienso que "tío raro que prefiere quedar con amigos en casa para comer unas pizzas y jugar a cosas raras en lugar de salir de juerga" estaba más extendido (lo cierto es que la palabra friki nos ha facilitado bastante las cosas...). Desde entonces he sido un semi-elfo un poco sarasa, un jinete del poni-express, un vampiro de origen turco con bastante mala leche, un arqueólogo con látigo y sombrero (sí, qué pasa, me mola Indiana Jones y me copié...), amén de varios demonios, ladrones, asesinos, mendigos, prostitutas, recaudadores de derechos de autor y otros personajes secundarios de mal vivir cuando me tocaba dirigir alguna partida.

Cuando llegué a la universidad, tuve la suerte de encontrarme con bastante gente de intereses parecidos. La Informática es lo que tiene, que atrae a mucho bicho raro. No seremos capaces de hacer piña para defender nuestra dignificación profesional, pero como pongas sobre la mesa un buen juego o propongas una red se te llena el chiringuito... El caso es que con ciertos compañeros de carrera he pasado algunas de las mejores tardes de juegos de mesa (tardes que muchas veces se prolongaban hasta altas horas de la madrugada). No hay nada más divertido que ver a unos cuantos amigos, a los que tenías por gente formal, completamente enajenados interpretando sus roles de guerreros y hechiceros. Y si en el grupo había chicas (que solía haberlas -y eso que no era habitual encontrar muchas roleras-, con las que a más de uno no le habría molestado tener un affaire) la situación podía volverse completamente delirante y desternillante.

Otra afición que llegó a mi vida, casi por accidente, fueron los wargames. Esos juegos de mesa geniales en los que se despliegan miniaturas y dados sobre un tablero para desarrollar batallas. La verdad es que originalmente mi intención, cuando compré mis primeras figuras, fue dar rienda suelta a mi vena artística pintando pequeños guerreros (con sus cuernecitos, sus hachitas ensangrentadas y sus monísimas caritas de mala leche...). Luego un amigo me dijo: "Pues con las figuras que tienes podrías hacerte un pequeño ejercito y probar...". Probé, me enganchó y seguí comprando miniaturas a mayor ritmo del que podía pintarlas.

Y que voy a contar de aquellas escabechinas de ratón y teclado, con nocturnidad y alevosía. Que tiempos aquellos en los que podía pasarme siete horas jugando, con los ojos resecos, pegados a la pantalla del ordenador, y casi sin pestañear ni despeinarme... Ahora, después de un par de horas estoy para que me hagan un trasplante de córnea, y eso que de las dos horas una me la paso comiendo porquerías...

Hoy día mi friki interior subsiste, desnutrido, con algún cómic, alguna partida de wargames ocasional y una red al año. Me he hecho "adulto", en parte por iniciativa propia y en parte por imperativo de la vida. De todas formas nunca se es demasiado mayor para ser un friki; es más una cuestión de disponer de tiempo para volver a retomarlo (y usar unas gafas bien graduadas). Las tres primeras palabras que aprendió mi hija fueron mamá, papá y chulú, le encanta sentarse conmigo en el ordenador y toquetear el teclado, y el otro día me pidió jugar a la Wii (sin que todavía sepa muy bien qué es eso). Es esperanzador. Mientras tanto, mis libros de rol, mis videojuegos y docenas de miniaturas sin pintar aguardan el momento en que un padre los desempolve para ceder el testigo a una hija y acompañarla en sus primeros friki-pasos... ¡Por Dios, qué no me salga choni-poligonera...!

martes, 27 de septiembre de 2011

Más claro agua...

Este video está dando la vuelta al mundo. Lo he visto enlazado una docena de veces en una docena de sitios, y seguramente a estas alturas será Mega Trending Topic en Twiter. Yo lo vi ayer en inglés, y aunque lo entendí más o menos bien, se me escaparon varias cosas; así que hoy me ha dado por buscar una versión subtitulada en YouTube y me he encontrado ésta. El traductor se permite ciertas licencias poéticas, y  aporta un toque más apocalíptico, con esa sugerente banda sonora en el clímax de la entrevista y un pequeño añadido al final del metraje, que a muchos os sonará.


Personalmente no me ha aportado nada nuevo, lo que cuenta este tío viene siendo motivo de debate en blogs y corrillos con amigos desde hace años. Sin embargo sorprende el desparpajo del colega. Están tan seguros de que tienen agarrado al planeta por los huevos que ya ni se molestan en disimularlo.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Fumar por decreto ley

Esta mañana, viniendo en el coche, escuchaba, con la indiferencia habitual, las noticias en la radio: que si planes de rescate a Grecia, que si al Euro le va a terminar doliendo el orto, que si Alfredo dice tal chorrada o Mariano tal otra... De pronto una noticia ha llamado mi atención (bueno, más bien la breve intervención de un entrevistado). Resulta que los ingresos que perciben los agricultores por el cultivo de tabaco, se están reduciendo de manera importante. Después se escuchaba a un señor agricultor (transcripción aproximada): "...A ver claro, si la gente deja de fumar y ya ni dejan fumar en los bares, otra vez nos bajarán los ingresos otro 10%. Así no sé que voy ha hacer, tendré que abandonar mi explotación, esa tierra es mu' mala y no agarra na'..."

Entonces se me ha encendido la lucecita de mi humilde culturilla general, ¿Qué no agarra na'? Hombre, yo no se mucho de agricultura (cosa que me pesa, y más en los días que corren) pero me sonaba haber leído o escuchado que el tabaco, no es precisamente una planta que agarre en cualquier erial o secarral… Vamos, que requiere ciertas condiciones de suelo y climatología, cuanto menos aceptables..., osea igualito que un buen número de otros cultivos... Claro que los espárragos igual no generan tantos beneficios y desde luego no están tan bien subvencionados.

De todas formas, con la presión adecuada, seguro que este colectivo (que además reporta un buen pellizco en impuestos) podría conseguir que se aprobase un decreto que obligase a todos los españoles de más de diez años a fumar, como mínimo, una cajetilla a la semana. Algo así como una medida transitoria patriótica. Por supuesto, tabacaleras y estancos también apoyarían la medida. Y el gobierno, si le cuadran las cuentas entre ingresos por impuestos (que siempre pueden subirse) e "ingresos" por cáncer de pulmón, también podría sacar rédito.

Una sentida y emotiva despedida

Me gusta bastante Pérez Reverte, ya lo he dicho otras veces. Comparto algunas de sus opiniones -otras no-, pero indudablemente su estilo duro, incisivo y pelín barriobajero, y su costumbre de no dejar títere con cabeza me encantan. Claro que después de tantos años, la gente ya no espera otra cosa más que una despiadada masacre dialéctica cuando lee su columna en el XL Semanal. No hay mejor terapia cuando a uno le faltan los epítetos en un día chungo...

martes, 20 de septiembre de 2011

Parece que me ha mirado un tuerto

He aquí otro dicho popular que podría tacharse también de ofensivo y discriminatorio contra un colectivo; pero bueno, los zurdos estamos igualmente castigados por la cultura popular desde hace siglos y no digo na’, así que si algún tuerto se ofende, le invito, desde el más profundo respeto, a que se joda.

La última: el compresor del frigorífico, 250 euros.

Esto empieza a parecerse a un anuncio de Master Card: "Radiador de coche, 400 euros. Alternador, 600 euros. Compresor del combi 250 euros. Acabar el verano con en culo como un donut, no tiene precio..."

Ains que dolor de Visa tengo...

Actualización (26/09/2011).

Las buenas noticias sobre mis avatares -aunque completamente intrascendentes para la humanidad-, son también una razón de ser para este blog. Así que os informo: ¡El seguro del hogar me ha cubierto la reparación del frigorífico! No es una Primitiva pero está muy bien ¡qué diablos!...

Por cierto tuertos ofendidos, disculpar mi anterior acritud (pero apartar la mirada)...

viernes, 16 de septiembre de 2011

Vacaciones veraniegas 2011: Aveiro y Oporto

El verano casi toca a su fin, ya hemos vuelto a nuestra vida cotidiana de madrugones, horarios rígidos y trabajo, y estamos metidos de lleno en pleno síndrome postvacacional (aunque algunos duden de su existencia).

Lo cierto es que ha sido un verano bastante agitado, las historietas de los coches y sobretodo un par de sustos con Cris y la niña han hecho que la tranquilidad no sea precisamente la protagonista. Sin embargo, entre las idas y venidas a casas de padres/suegros/abuelos, hemos sacado unos días para hacer una pequeña escapada a tierras lusas, y digo pequeña por que ha sido algo menos de una semana (aunque habíamos juntado casi un mes empalmando días de vacaciones con fines de semana, fiestas nacionales y fiestas locales). Los gastos imprevistos y la que está cayendo con la economía, nos han hecho moderar muestras expectativas.

Esta vez la propuesta nos llegó por parte de unos amigos, que plantearon hacer un pequeño viaje a Portugal, cosa que aceptamos encantados. Ellos tienen tres niñas, por lo que nuestro ritmo de salidas y horarios era parecido (el de ellos ligeramente más estresante. ¿Valientes o temerarios? No sabría decir...). Al final el destino elegido fue Aveiro, una pequeña y encantadora ciudad en la región norte, bastante cerca de Oporto y Coimbra, y a pocos kilómetros de las playas atlánticas. Aveiro se caracteriza por sus canales navegables, que le han granjeado el sobrenombre de "la Venecia portuguesa". Sus calles y callejuelas estrechas, llenas de vetustas casas y azulejería, y el olor a mar de sus canales la dotan de un encanto especial –ese toque bohemio y decadente de las pocas ciudades lusas que conozco-. La verdad es que nosotros nos circunscribimos sólo al centro histórico, nuestro hotel, el Meliá Ria, estaba al pie de un canal y a un corto paseo del centro, así que no tuvimos que movernos demasiado. Pero me pareció un lugar agradable y tranquilo, lo que viajando con cuatro niñas pequeñas (de uno a seis años) es de agradecer.


Como suele pasar en estos casos –sobre todo viajando con niños-, es más lo que se pretende hacer que lo que al final se hace. Sin embargo cubrimos bastante bien las expectativas, ya que además de patear bastante por Aveiro, conseguimos ir uno de los días a la playa, pasar una jornada estupendo en Oporto e incluso disfrutar una tarde de la piscina climatizada y el spa del hotel.


Lo de la playa fue más por cabezonería que otra cosa, porque la verdad es que, pese al clima agradable, no fueron días de playa precisamente. Sin embargo, nos empeñamos en ir una tarde a visitar el Atlántico y los temerarios papás nos metimos –a no más de diez o doce metros de la arena- en las frías aguas del océano y con una flamante bandera roja ondeando a 30 metros... Y claro, pasó lo que tenía que pasar. Mientras las mamás y las niñas jugueteaban en la orilla con la última caricia de las olas, los papás, con el agua por la cintura, nos enfrentábamos a las envestidas de esas mismas olas que, a pocos metros de la arena, rompían con violencia y nos tiraban y volteaban una y otra vez. Tras diez minutos de baño, salimos de la mar salada, fatigados y con el culo lleno de arena, pero sonrientes...


A Oporto decidimos ir en tren desde Aveiro, ya que no nos apetecía complicarnos la vida con los coches. Era más o menos una hora de viaje, a un precio muy económico y además el tren nos dejaba en la céntrica y espectacular estación de San Benito. La decisión fue un acierto, ya que nada más salir de la estación nos encontramos con la oficina de turismo; allí nos dieron planos y algunas recomendaciones, y contratamos un tour en uno de esos trenecitos turísticos tan horterillas como útiles, con lo que pudimos tener una primera aproximación a la ciudad sin darnos una paliza empujando carritos y sin agotar demasiado a las niñas.


Tras el paseo en tren comimos en un lujoso McDonald’s en la Praça da Liberdade (de verdad, parecía más el hall de un hotel que un restaurante de comida rápida…). Caminamos un poco y nos tomamos un café en la famosa cafetería Majestic, en la calle comercial de Santa Catarina. Después de aquello sí que tuvimos nuestra buena dosis de carritos y calles empinadas. Lo que pudimos ver de Oporto, en la misma línea bohemia y decadente que ya he mencionado, nos gustó mucho, lo suficiente como para querer volver con más calma. Son destacables la Catedral, la torre de los Clérigos y la preciosa librería "Lello e Irmao" (filmada en películas como Harry Potter). Y sobre todo son espectaculares las vistas de la ribera del Duero, que nosotros disfrutamos desde el mirador del imponente puente de Don Luís I, donde llegamos tras un paseo en el Metro do Porto... En fin, una breve pero intensa estancia para repetir más sosegadamente.


El balance de esos días en Portugal ha resultado muy positivo, ha sido la primera salida de Olga al extranjero y es motivo de celebración el no haber tenido que visitar ningún centro de salud lusitano. Eso, junto al buen comportamiento de la enana, nos ha animado bastante a dar el próximo paso (cuando las vacaciones y la economía nos lo permitan): meternos con ella en un avión.

martes, 13 de septiembre de 2011

La vuelta al "cole"

Existe un dicho popular, algo políticamente incorrecto, que dice que tener un coche es como tener un hijo tonto. Como lo último que quiero es ser irrespetuoso con la enfermedad mental, quisiera que esto se leyese en tono peyorativo para referirse a la desgracia de tener en casa, por ejemplo, un vago redomado, o uno de esos ni-ni tan de moda, que de enfermedad mental no tienen un ápice, pero que es igualmente una tragedia para una familia, al menos en lo tocante a la economía doméstica, que es lo que pretendo ilustrar en estos párrafos... ¡Uf! Es agotador ser políticamente correcto, no quiero ni pensar lo que tendría que sufrir hoy Arévalo para contar uno de sus chistes de tartamudos...

En fin, gracias a Dios, mi hija de momento parece bastante lista (lo que sin embargo no es ninguna garantía para el futuro), y pese a las cuotas mensuales de la guardería y un gasto moderado a principio de curso, todavía come poquito, y la cosa no llega a ser un drama. Sin embargo hijos tontos, es decir coches, tengo, por desgracia y necesidad, dos. Y encima de ser tontos, parece que este verano les haya tenido que pagar un master en la Universidad Europea de Madrid... Desde luego el año no comenzó demasiado bien, porque además de un par de revisiones rutinarias tuvimos que cambiar varios neumáticos y un par de amortiguadores, pero fue llegar el verano y la cosa se puso realmente dura y desgarradora.

Desde hacía un tiempo veníamos observando que uno de los coches, en ocasiones muy contadas, parecía dejar una pequeña manchita bajo el motor. Lo llevamos a revisar y en principio no le dieron demasiada importancia, le cambiaron un tapón que parecía estar flojo y me dijeron que lo observara... y como lo observé, al final resultó que el radiador estaba jodido y tuvieron que cambiarlo. En aquella ocasión la fortuna estuvo de mi parte y la reparación entró en garantía. Me libré de pagar unos 400 €. Pero entonces el otro coche -el más pequeño- que ha perdido protagonismo en los últimos años, dijo muy dolido: "¿¡Qué!? ¿Le cambiáis el radiador a ese y a mi que llevo mucho más tiempo, fiel como un pastor alemán, no me echáis ni agua para el limpiaparabrisas?...". Así que, herido en su orgullo, dejó tirada a mi mujer camino de Coria. Mira por donde, el radiador también. Ése sí que tuvimos que pagarlo, y encima dando gracias de que no jorobamos la junta de la culata (me encanta este nombre, aunque no se ni que forma tiene la pieza), porque en ese caso habríamos frito el motor y ahora tendríamos un coche menos (lo que bien pensado igual no sería tan malo...).

Pasó una nefasta primera quincena de agosto, nos fuimos de vacaciones y fuimos felices durante un breve periodo de tiempo con nuestros radiadores nuevos. Y entonces llegó la vuelta al cole, mi vuelta al cole. Ayer día 12 de septiembre, me tocaba incorporarme a mi poco amado -pero enormemente valorado- puesto de trabajo en Mordor, y ayer, día 12 de septiembre, tuve una revelación: Dios existe y además tiene un sentido del humor irritante… Iba yo pensando en mis cosas, a punto de salir a la autovía cuando un deseo cruzó fugazmente mi mente: "ojalá no tuviera que ir hoy a trabajar...". En ese momento se empezaron a encender luces en el salpicadero. Primero la de la batería, luego la del ABS, la del motor y algunas más. Finalmente la dirección se puso durísima, me acojoné, me fui al arcén y paré el motor. Cuando intenté volver a arrancarlo no hizo ni intención… Cualquiera que entienda algo de coches dirá: "Ah, eso es que se te ha ido el alternador...". Yo sin embargo no tengo ni puñetera idea de mecánica, así que tuve que esperar, con mi chaleco reflectante, mis triángulos perfectamente ubicados y mi estupefacción, al señor de la grúa, por cierto muy amable, para que me hiciera tal observación. El diagnóstico me fue confirmado en el taller, y mi deseo, atendido de forma tan peculiar por la Providencia, nos ha costado la friolera de 600 pavos… Encima me pasé la mañana intentando contactar con compañeros del trabajo y de recursos humanos; y la tarde encabronado practicándole la reanimación cardio-pulmonar a mi tarjeta VISA; así que ni siquiera disfrute de mi deseo. La frase "Cuidado con lo que deseas" hoy se me antoja especialmente esclarecedora.

jueves, 11 de agosto de 2011

El colmo

Si preguntase cuál es el colmo de un calvo, todo el mundo contestaría: "que le regalen un peine" (léase prolongando las vocales, como cuando se contesta a la pregunta "¿Cómo están ustedeeeeees...?"). Casi todo el mundo sabe también que el colmo de un carnicero es que le salga un hijo chorizo. Los más avezados en chistes añejos saben incluso que el colmo de la confianza son dos caníbales haciendo un 69... ¿Pero a ver quién es el espabilao’ que me dice cual es el colmo de un pirómano?

miércoles, 10 de agosto de 2011

¿Un problema de memoria o simplemente otro gilipollas?

Cuando esta mañana ojeaba el periódico, un titular me ha saltado de ojo: Barack Obama: 'Cuando hay problemas en España acaban por llegar a EEUU'... Tócate las narices. Da la impresión de que Mr. Obama ha sufrido un ligero resbalón memorístico, porque parece no recordar pequeños percances con apelativos tan chulos y castizos como hipotecas subprime y nombres tan "españoles" como Lehman Brothers, Bearns Stearns, Fannie Mae o Freddie Mac...

Igual el Mister President debería hacer un poco de memoria leyendo artículos como éste o, por lo menos, dejar de considerar imbéciles a la mayoría de los mortales y cerrar la puñetera boca... Lo que hay que oír (o leer).

viernes, 5 de agosto de 2011

Anda que no queman pasta esos informáticos...

Notición del Periódico de Extremadura: La Junta prevé ahorrar entre 100 y 200 millones con unificación informática... Pues sí, cien kilos arriba, cien kilos abajo..., la diferencia estará en si me echan a mi o no... Ya les vale...

Eso sí, si alguien (que no es de Informática) no revisa una puta carta de seis páginas antes de lanzar 14.000 copias -unos 84.000 folios, a unos dos céntimos la copia, calculo que algo menos de 1.700 €uros (ignoro el coste en árboles) -, aquí no pasa na'...

Esto es la monda...

viernes, 29 de julio de 2011

¿Una cuestión de ego?

Otro tipo que tampoco anda descalzo. Al jeque Hamad Bin Hamdan Al Nahyan, miembro de la familia que gobierna Emiratos Árabes Unidos, se le estima una fortuna de más de 21.000 millones de dolares, y como tiene sus necesidades básicas cubiertas y nada mejor en lo que gastar el dinero, pues se da estos caprichillos ocasionales...

Cómo encabronarse de cara al fin de semana

¿Cuántas veces nos habremos preguntado quién tiene el dinero? Pues lo tienen (entre otros) estos, estos y estos... A ver, yo no estoy en contra del libre mercado, todas son empresas privadas y pueden hacer lo que quieran con sus beneficios (otra cosa son las repercusiones éticas y sociales, aunque hoy no quiero extenderme). Pero entre los que piden ayudas estatales para afrontar los ""problemas económicos"", los que practican EREs escudándose en ""pérdidas"" y los que nos calientan la cabeza -y la visa- con la ""crisis energética"", el tocamiento de gónadas es ya casi obsceno... 

lunes, 18 de julio de 2011

Matalascañas o El Regreso de la Maldición Vacacional

La semana pasada unos amigos (también con niños pequeños) nos llamaron para hacer una escapada de fin de semana a la playa, por eso de desconectar un par de días ante las vacaciones "oficiales" del verano; vacaciones que se antojan distantes todavía, allá por la segunda quincena de agosto.

Así que seguimos recorriendo los destinos vacacionales más cañi de la península, a la búsqueda de sol y playa, y sobre todo diversión para la pequeña... Esta vez le ha tocado a Matalascañas. Un hotel algo antiguo, pero bien reformado, con un buffet bastante respetable, un par de piscinas, muy cerca de la playa -donde además te llevan en trenecito- y muchas opciones de entretenimiento para los niños (tienen un recinto con castillos hinchables, camas elásticas, caballitos, un pequeño tren y otros cacharros). Así que, a priori, la cosa no pintaba mal para un par de días.

Claro que cometimos la ligereza de no contar con nuestra particular maldición vacacional. Y no hablo de la imprudencia de emprender un viaje a la costa en plena operación salida -lo que nos condenó a más de dos horas de retenciones-. Tampoco me refiero a la playa hipersaturada, donde entre mi toalla y la del vecino no cabía el bigote de una gamba... Hablo de mi pobre hija, que ha tomado por costumbre obligarnos a visitar el servicio de urgencias más cercano en el destino vacacional de turno, sin mala intención por supuesto, ya que a fin de cuentas ella es la más perjudicada.

En esta ocasión ha sido una gastroenteritis de caballo, que después de dos días de vómitos y diarrea, tiene a la enana agotada y bastante irritable. La verdad es que es una pena, porque pese a lo nada exótico del destino, podríamos haber pasado un par de días bastante agradables. Al final, el ratito de playa el sábado por la tarde, dos breves incursiones en la piscina del hotel y un buffet digno, pero amenizado con vómitos y llantos, han arrojado un balance ligeramente negativo. A ver si cuando nos vayamos de vacaciones de verdad en agosto, podemos romper ya con esta pequeña maldición familiar, porque sino voy a optar por quedarme en casita, bien cerca del pediatra.

miércoles, 13 de julio de 2011

Septuagenario encerrado en un fornido cuerpo de 35 años

De verdad, al próximo que me diga eso de "Al menos tienes salud" le voy a tener que soltar alguna fresca. Vale que no esté aquejado de nada terminal, pero menuda temporada llevo. Al menos hace un año podía echarle la culpa a la niña diciendo aquello de "Es que nos cogemos todas las mierdas que se trae de la guardería...", pero lo cierto es que en los últimos meses he estado continuamente enfermo, mientras que ella, a lo sumo, se ha pillado un resfriado.

Esta mañana a las seis y media, mientras me tomaba un café recalentado antes de coger el coche, he mirado el rinconcito de la encimera de la cocina donde están, perfectamente ordenadas, todas las cajitas de medicamentos que actualmente estoy tomando. Por un momento me ha venido a la cabeza el aspecto de un rinconcito de encimera similar, en casa de mis padres, donde mi difunta abuela apilaba sus medicinas... Me he sentido un poco raro. No son cosas para la tensión ni para los huesos, pero ahí están: Ibuprofeno, Flutox, Flumil, Auxina, un tubo de Lizipaina y las recetas con las dosis correspondientes... En las últimas cinco o seis semanas he tenido que ir al médico tres veces (yo, a quien le caducaban las tarjetas sanitarias sin conocer siquiera al médico que me habían asignado...). La última, ayer, la doctora dijo que me iba a tener que dar de baja, y yo, imbécil de mi, le dije que me diera una semana más para recuperarme con el tratamiento, y si no mejoraba entonces hablábamos lo de la baja, que ahora me venía bastante mal por el trabajo.

El caso es que a penas hace un mes terminé un tratamiento con antibióticos, antes de eso estuve otra vez con antiinflamatorios y mucolíticos, y ahora estoy liado, tomando otras cuatro o cinco cosas diferentes tres veces al día, por lo que parece ser una faringoamigdalitis que me deja sin voz a media mañana. En los últimos tiempos he acumulado, además de esta faringoloquesea, una faringitis, una laringitis, un principio de bronquitis, algún que otro catarro común y mucha frustración y mala leche.

Desde hace algún tiempo me da la impresión de que mi cuerpo ha perdido toda capacidad combativa y regenerativa. He reducido mi actividad física a mínimos vergonzosos, vamos, que sudo lo mínimo para no enfriarme. Evito exponerme a aires acondicionados (aunque en el trabajo es inevitable) y he renunciado a la horchata bien fría tan propia del verano. Y aún así, parece que la más mínima brisa veraniega, o el batir de las alas de un mosquito, revientan mis defensas, saltan todas las barreras y se apalancan en mi tracto respiratorio dejándome bien jodido durante semanas... ¡Cómo para no sentirse mayor!

miércoles, 29 de junio de 2011

El puto tonto de la trompeta

25 de junio de 2011. Una ciudad en el norte de Extremadura. 41ºC a la sombra. Ni un gorrión en las calles... Bueno, salvo cientos de sanjuaneros fiesteros y etílicos por todas partes.

Este fin de semana, como viene siendo tradición, tocaba darse una vuelta por los San Juanes de Coria. Como de costumbre: toros, peñas y alcohol hasta decir basta. Dicen que hay que ser de la tierra para entender la fiesta. Vale, me lo creo. Pero esperar a 40º C, rodeado de gente sudorosa y alcoholizada, en calles llenas de basura -donde un ligero aroma a orina flota por todas partes-, para ver pasar corriendo a un toro y tres cabestros (suponiendo que puedas ver algo), durante unos 3 segundos, dista bastante de mi idea de diversión... Por no hablar de correr delante de esos bichos de 600 kilos y cuernos enormes. Dicen que ahí es donde está la gracia... A mí que me esperen.

... Y aún así allí estuvimos, exponiéndonos –niña incluida- a un golpe de calor. Bien fuera esperando ver a los bóvidos, bien fuera caminando –a unos 38 o 39 grados y habiendo desistido de ver más toros- en dirección al río, donde estaban los cacharritos de la feria. Bajamos a las orillas del Alagón buscando algo de fresco y montar a la enana en alguna atracción (serían las siete o siete y media). Y de paso huíamos de la masificación del centro, donde en esos momentos un toro y cientos de personas corrían por la calles. Pero al llegar al río ¡sorpresa!, la feria estaba completamente muerta, ni una atracción en funcionamiento. Así que nos tomamos unas cervezas y un zumo en los chiringuitos desiertos y emprendemos el tortuoso ascenso al centro, en busca del refugio en casa de la abuela, con el mismo calor y bastante frustración. Luego resultó que los feriantes no se ponían en marcha hasta las diez más o menos. Supongo ninguno contaba con niños pequeños antes de esa hora, que sé yo...

Las peñas, repartidas ecuánimemente por todas las calles, hicieron de las calurosas noches de San Juan toda una delicia. Los gritos de voces roncas, gangosas y destiladas, los petardos a altas horas de la madrugada y el estruendo de esa emotiva música chunda-chunda, alcanzaron el éxtasis místico la madrugada del sábado al domingo, cuando habiendo conciliado el sueño –pese a todo, y un buen rato después de acostarme- me desperté sobresaltado sobre las dos y media por un toque de corneta. Yo que creí haberme librado de la mili gracias a las prórrogas por estudios, me encontré saltando de la cama al toque de diana, que pronto mutó en paso doble taurino y, posteriormente, en una pésima interpretación de Paquito el Chocolatero. A las tres y pico ya me escocían las ganas de bajar a la calle y hacerle tragar el instrumento al puto tonto de la trompeta, asumiendo incluso de buen grado que, después de la ingesta, sus colegas me partirían la cara. Finalmente a las tres y media, el sonido aberrante se fue alejando para hacer las delicias, supongo, de los vecinos de otras calles. Respiré profundamente. El ruido de la calle volvió a niveles "normales", me acosté y recibí a Morfeo fantaseando con elaboradas torturas. En mi mente resonaban las palabras "tenemos derecho a divertirnos, tenemos derecho a divertirnos...". Y me llegó el sueño intentando dar sentido al hecho de que la diversión de unos dependa, tan lamentablemente, de molestar a otros.

jueves, 9 de junio de 2011

Tontadas institucionalizadas (I)

Tratar de mantenerse informado puede ser un gran descalabro para la salud mental de cualquier individuo medianamente cabal. Suelo ojear diariamente dos o tres periódicos y varios enlaces a noticias que me llegan por correo o que ocasionalmente veo en las redes sociales, y cada vez más a menudo me encuentro con chirriantes titulares que suelen tener como punto de partida una nueva iniciativa, ley o protocolo con el patrocinio de nuestros sociales y progresistas dirigentes.

En otras ocasiones me he hecho eco (en este y otros blogs) de noticias sobre ciertas jugadas maestras de nuestros políticos, en las que quedaba patente su brillantez y compromiso social, aunque hasta ahora nunca había aglutinado estas entradas bajo un epígrafe común. Pero eso se acabó. A partir de este momento queda inaugurada una nueva sección: ¡¡¡Tontadas institucionalizadas!!!

Y ahora vamos a entrar en materia.

Obreros de la construcción, profesionales del andamio y maestros del ladrillo y el pladur ¿Acaso pensabais que la burbuja inmobiliaria era el mayor de vuestros problemas? Llega el Protocolo de atención a las mujeres que sean objeto de piropos en la vía pública. De la galardonada directora general de igualdad (anterior ministra de igualdad) Bibiana Aido. Próximamente en su Juzgado de Instrucción más cercano.

Desde luego hay que aplaudir esta iniciativa, ya que según una tal Esther Castellanos, de la Comisión de Igualdad del Colegio de Sociólogos de Madrid, piropear a una mujer (y sólo a una mujer claro) en la vía pública, demuestra el incuestionable deseo de apropiarse de un cuerpo ajeno. Claro que algunos sectores feministas más radicales abogan por medidas más contundentes para atajar de plano una dramática realidad social irrefutable: todos los hombres son potenciales violadores. Así que lo mejor sería arrancarles de cuajo los genitales para erradicar el problema...

Yo, por si acaso, ya he dejado de mirar un buen trasero o un escote generoso. Una mujer tiene todo el derecho del mundo a pasearse exhibiendo sus encantos sin que nadie la mire... ¡Faltaría más!

Sesudo análisis político

Ya hace casi un mes desde las últimas elecciones municipales y autonómicas. Las cabezas están algo más frías, han quedado atrás los apasionamientos preelectorales y se impone una nueva jornada de reflexión, pero a posteriori... O mejor no, porque a tenor de cómo están las cosas lo mejor es aceptar que nos gobiernan amebas descerebradas y que lo mejor que cabe esperar es que un día se olviden de respirar y, por fin, nos dejen a todos tranquilos.

Después de toda esta agitación política, el brutal varapalo sufrido por el partido socialista y el inesperado -y hasta cierto punto esperanzador- movimiento del 15M, la mayoría de los españoles estamos a la expectativa. Unos más que otros la verdad, porque los extremeños (por hablar de lo que me toca más de cerca) estamos con el alma en vilo por no saber todavía, a estas alturas, quién narices nos va a gobernar los próximos cuatro años. Por un lado están los pperos que están deseando echarle mano al histórico bastión socialista. Por otro lado están los psoistas, a quienes, desde el mismo día de las elecciones, les faltó tiempo para "tender la mano" -viendo que se les escapaba el feudo- al partido clave, Izquierda Unida, al que, por cierto, hasta ese día no habían hecho ni puto caso en estas tierras. Y ahí están ellos, IU, haciéndose los interesantes, con sus consultas democráticas no vinculantes (vamos que preguntarán por saber de que lado se bandea el personal, pero al final harán lo que les de la gana). La verdad es que IU tiene una papeleta cojonuda. Por un lado tienen a la cúpula central rasgándose las vestiduras, porque bajo ningún concepto se puede permitir (por acción o inacción) que entre a gobernar la derecha radical, franquista y maléfica. Por otro lado están los representantes autonómicos que no saben que hacer, porque si apoyan al PSOE incumplen su programa y traicionan a parte de su electorado (e indirectamente a otra mayoría de ciudadanos que han votado un cambio). Y si se abstienen en la investidura, contravienen la tendencia del partido a nivel nacional... En cualquiera de los casos van a decepcionar a unos cuantos de sus votantes, lo que igual les afecta en los próximos comicios... ¡Uf! Lo dicho, menuda papeleta.

He hablado con mucha gente desde las últimas elecciones. Esta vez, la situación ha suscitado más debate del que yo esperaba, y desde luego me he visto gratamente sorprendido al escuchar, por primera vez, a muchos a mí alrededor que no estaban hablando de Formula 1 o de fútbol, sino de política. Lo cierto es que toda esta agitación me ha hecho reflexionar mucho y en cierto modo me siento, también, mucho más responsable políticamente hablando. En mis conversaciones me he encontrado de todo, pero la mayoría de las opiniones se aproximan bastante a la mía en cuanto a quién debería gobernar. Es de sentido común pensar que, si hemos de ser políticamente democráticos y correctos, debe entrar en el gobierno el partido más votado. El PP ha ganado las elecciones con una mayoría simple, lo que por justicia (no sólo para ellos, también para los votantes) debería permitirle gobernar. Lo bueno es que al no tener una mayoría absoluta, todas las decisiones importantes, al final, deberán votarse en la Cámara Autonómica, con lo que deberán legislar con responsabilidad y quedará garantizada la pluralidad (claro que es sólo mi opinión).

De todas formas tampoco me quiero mostrar excesivamente optimista. Todavía esta por ver la que se va a liar cuando empiecen a salir resultados de auditorias en diputaciones y ayuntamientos. La cosa no debe andar muy bien cuando hay políticos que no se han votado ni a si mismos y municipios donde ciertos partidos han sacado menos votos que nombres llevaban en sus listas. Ya veremos si los nuevos gobiernos no se llevan las manos a la cabeza y escapan gritando "¡¿PERO DÓNDE NOS HEMOS METIDO…?!". En cualquier caso, a veces una única frase da una lectura bastante fiel que cuan perdidos y alejados de la realidad están los políticos (o cómo de cínicos pueden llegar a ser). Como cuando el día del derrumbamiento nuestro flamante presidente autonómico (ahora en funciones) dijo eso de "... Pues algo habremos hecho mal...". Sí ¿verdad? Pero ni puñetera idea de qué ¿No?... Hay que joderse.

martes, 31 de mayo de 2011

Españistán

Se que a estas alturas es un tema tan trillado que casi aburre. Es más, ya todo el mundo sabe con más o menos nivel de detalle por qué España está con la mierda el agua al cuello... Bueno, todo el mundo no, todavía existe un reducto de resistencia, formado principalmente por banqueros y políticos, que viven en su país de arcoíris y unicornios, ajenos a la realidad. Pese a que contiene algunas imprecisiones y sesgos, el caso es que con este vídeo he estado riéndome un buen rato. y no he podido resistirme a compartirlo. Algunos quizás ya lo conozcáis.

lunes, 30 de mayo de 2011

El arte de la paz

El pasado sábado 28 de mayo ha tenido lugar en Madrid un magnífico curso de aikido, impartido por el maestro Yasunari Kitaura. En esta ocasión se ha tratado de un curso con fines benéficos, donde la recaudación se destinaba a las víctimas de la reciente catástrofe de Japón. El evento tuvo lugar en las estupendas instalaciones del Centro de Alto Rendimiento de la capital, y como de costumbre Kitaura no decepcionó al gran número de participantes.

En estos días se cumple mi séptimo aniversario en esta práctica marcial. Pese a que en los últimos dos años mi dedicación se ha visto reducida a uno o dos días de entrenamiento a la semana (algunas veces ni siquiera eso), es una actividad que me sigue apasionando y que continúo recomendando como el primer día. Por temporadas, el aikido llega a ser la única actividad física que me permito y que no estoy dispuesto a abandonar. Por no hablar de que, en numerosas ocasiones, un par de horas de práctica me han ayudado a mantener el equilibrio mental en los días en que éste flaqueaba.

Todavía me cruzo con mucha gente que me pregunta: "Eso del aikido ¿Es lo que hace Steven Seagal?...". Después de siete años recorriendo este camino, no puedo evitar que esa pregunta me arranque una sonrisa. A fin de cuentas esas fueron las palabras, casi letra por letra, con las que yo interrogué al que hoy es mi instructor cuando le conocí hace ya bastante tiempo.

Es muy difícil explicar qué es el aikido, porque difiere bastante de muchas otras artes marciales más conocidas y populares. Desde su concepción filosófica, pacífica y no violenta, hasta sus principios físicos y combativos, es un arte complejo. Es algo que hay que probar. Luego, si el primer bocado te engancha, tendrás que armarte de paciencia y tomarte unos pocos años para empezar a tener una ligera idea.

El pasado domingo, en Canal Extremadura TV, se emitió un pequeño documental, dentro del programa Metropolita, en el que podéis echar un primer vistazo a la actividad que desarrollamos... Por cierto, no os confundáis; el programa se compone de cuatro reportajes, nosotros somos los del segundo; el primero va sobre un sex-shop de Badajoz -sé que esto va a traer coñas, seguro-, una opción de ocio tan buena como las otras o incluso mejor, por lo menos que el billar y la ópera (tercer y cuarto reportajes respectivamente) :D.

Actualización, 8 de junio de 2011

Parece ser que Canal Extremadura no tiene un repositorio permanente de videos en su propio sitio, por lo que nuestro reportaje ha dejado de estar disponible en esa web. Afortunadamente lo han subido a YouTube y algún avispado compañero lo ha enlazado en la web de nuestra asociación.

viernes, 27 de mayo de 2011

Dar la vida

He leído en el blog de un amigo un emotivo relato de heroicidad y amor que me ha conmovido y me ha pillado por sorpresa. El hecho es que veo muy poco la televisión y de los periódicos a penas tengo tiempo de ojear las cabeceras, sabía lo del desastre de Lorca por supuesto, y conocía el número de muertos... pero poco más. No tengo Twiter y a penas paso por Facebook. Por fortuna si leo los blogs de unos cuantos amigos y a través de ellos me llegan estas historias humanas.

Ya hace más de dos semanas que sucedió el terremoto de Lorca y haberme enterado tan tarde de esta noticia me ha removido algo por dentro, una especie de pesar, una sensación desagradable de deshumanización, por haber conocido los hechos de forma aséptica y fría, y no haber sabido nada de esta historia de personas hasta hoy. Por eso tengo la necesidad de hacerme eco de este acto de amor, probablemente casi instintivo, de una mujer, Antonia Sánchez Gallego, que, con toda la vida por delante, la regaló, siendo madre protectora, siendo escudo de sus hijos.

sábado, 21 de mayo de 2011

Mi jornada de reflexión

Hoy es jornada de reflexión, así que toca pasar el día reflexionando.

Por la mañana al levantarme, más temprano de lo que hubiera deseado, reflexiono durante unos instantes sobre lo que voy a desayunar. Sábados y domingos son los únicos días de la semana en los que puedo pararme a pensar que me apetece, más allá del café recalentado y las dos galletas de las 6:30am del resto de los días. Café recién hecho, un zumo de naranja recién exprimido y unas tostadas o un tazón de cereales. Son los únicos días que desayuno sentado en casa, con mi mujer y mi hija. En la tele música clásica de La 2 -a la niña la embelesa-, o dibujos en versión original. El ambiente es propicio para reflexionar, así que sigo reflexionando.

Como otras veces, reflexiono sobre mi vida. Salto entre acontecimientos lejanos sin ninguna pretensión cronológica. Me deleito en muchos momentos y lamento algunos. Evalúo ciertas decisiones y sus consecuencias, imagino realidades alternativas y me veo caminando en los pasos de otro yo. Aunque a veces lamento no haber tomado ciertas determinaciones, en general estoy bastante satisfecho con el camino elegido, aunque incluso en esos momentos me asalta el anhelo de otras vidas. Parece que no sólo soy un puto pesimista, al parece también soy un inconformista acomodado.

La verdad es que hoy es un buen día para reflexionar, no hay demasiadas tareas domésticas pendientes: poner una lavadora y hacer la comida, lo que se soluciona llamando al chino (lo de la comida claro, lo otro igual sería discriminación de minorías). La enana hoy no está especialmente belicosa y se está entreteniendo sola, así que incluso podemos sentarnos y hablar un rato mientras la vemos jugar de reojo. Charlamos y reflexionamos sobre nuestros trabajos, Cris parece satisfecha aunque a veces esté algo desbordada. Yo por supuesto me quejo, aunque al final nos dejamos llevar por una ola de conformismo: es trabajo y son dos sueldos, sin grandes alardes, pero suficientes. Aunque me resisto a aceptar que tener trabajo y unos sueldos mediocres sea como una lotería. Por jodidos que sean los tiempos que corren, la lotería es otra cosa, seguro...

En algún otro momento del día, el mundo y la sociedad ocupan mis reflexiones; probablemente después de comer, mientras veo las noticias dormitando en el chaise longue. Mi condición de sup3ia me predispone a ello. Lo que pasa es que, en mi pelea diaria contra el pesimismo, cada vez dedico menos tiempo a estas reflexiones. Intento no comerme demasiado el coco, aunque a veces no puedo evitar pensar que me estoy deshumanizando un poco.

Por la tarde, damos un paseo, la niña necesita corretear y trepar unas cuantas veces por los columpios. Con suerte se cansará lo suficiente como para regalarnos una noche de cierta tranquilidad. Mientras ella juega, Cris y yo nos alternamos para merodear cerca, y ocasionalmente nos sentamos un par de minutos en algún banco cercano para hablar –sin dejar de mirar de reojo-. A ratos observo a los niños y, sobre todo, a sus padres. Ellos me dan más motivos para reflexionar y sacar conclusiones sobre el futuro y las batallas que tendrá que librar mi hija. Aunque por el momento la batalla sólo es un niño de cuatro años que se cuela para subir al tobogán empujando a una niña de dos, mientras su madre mira la escena indolente... ¿Cómo le explicas a una niña de dos años que debe guardar su turno, pero que puede pegarle un codazo en estomago al puñetero niño si intenta colarse?... Es complicado, por ahora sólo puedo retener a mi hija si intenta subir las escaleras cuando no le toca, y agarrar al niño, con más cortesía de la que me apetece, para que la deje pasar; exponiéndome, por supuesto, a cualquier pendencia con otros progenitores. Hoy es una señora menuda y apática a la que le da igual ocho que ochenta, pero mañana puede ser un morlaco para quien su niño tiene derecho a comportarse como un pequeño déspota... Y no es que me preocupe en exceso el enfrentamiento, pero no es plato de buen gusto...

Por cierto, mañana hay elecciones autonómicas y municipales. Son las doce menos cuarto y no tengo ni pajolera idea de lo que votaré. Llevo días leyendo sobre las repercusiones del voto en blanco, el voto nulo o la abstención y todavía estoy más confuso. El voto en blanco beneficia a los partidos mayoritarios (por la dichosa ley d’Hont). El voto nulo no vale para nada, porque nadie va a captar la indirecta si yo voto a Frodo el Hobbit. A fin de cuentas, el voto nulo sólo lo verán en la mesa electoral, y luego sólo seré un torpe más que se lió con las papeletas o un graciosillo irresponsable sin sentido democrático. En cuanto a la abstención, probablemente las estadísticas dirán que actué por desinterés, que me habrá surgido una emergencia o nuevamente seré un irresponsable sin compromiso político. A la hora de la verdad los politicastros interpretarán mi voto como les plazca. Cualquiera de ellos apartará pronto de la cabeza la idea de que un alto porcentaje de votos nulos o en blanco, o una alta abstención es un mensaje inequívoco de que nos tienen hasta los cojones, y por supuesto no harán nada al respecto... ¡Ah claro! Siempre me quedará la posibilidad de votar a un partido minoritario..., que probablemente acabará aliándose con uno de los grandes que no pueda gobernar con mayoría absoluta, acatando casi a pies juntillas las directrices del que le deje unas cuantas migajas en forma de escaño o concejalía (manda huevos que ésta sea mi mejor y más probable alternativa ¬_¬U)... Hoy por lo menos, no he reflexionado mucho sobre eso. Menuda papeleta.

viernes, 20 de mayo de 2011

La que pudimos liar

Acabamos de llegar de la compra, Cris y Olga suben un momento a casa de una vecina -Olga quiere ver al gato- mientras yo paro en casa a soltar las bolsas y a preparar el baño de la enana. Entro en casa, suelto las llaves, dejo la compra en la cocina y lleno la bañera.

A los diez minutos escucho a la niña alborotar en la escalera y voy a abrir la puerta. Allí está, en el portal, correteando y pegando voces (lleva unos días que le ha dado por gritar todo el rato...). Cris se ha parado a hablar con los vecinos de enfrente, la chica ha tenido un accidente y va en silla de ruedas; yo salgo para interesarme... Y entonces la mocosa entra corriendo en casa y cierra la puerta de un portazo (otra de sus modas últimamente)... Cris y yo nos miramos con los ojos como platos y nos palpamos los bolsillos...

- ¿Tienes llave? -
- No, ¿y tú? -
- No...

Empiezan los nervios...

- Fran, salta por el patio del vecino y... -
- ¿Cómo?, tenemos la casa fortificada, está todo cerrado y hay barrotes en todas las ventanas. -
- Cogemos la copia de las llaves que hay en el coche... –
- ¡Es que las llaves del coche están dentro de casa...! –

En ese momento Cris es una madre histérica y yo un padre al que no le llega la camisa al cuello...

- ¡Pues que nos abra un vecino la puerta del garaje y si hace falta rompo una ventanilla del coche! -
- Es que de todas formas no vamos a poder abrir, he dejado la llave puesta por dentro en la cerradura... –
- ¡Pues te juro que tiro la puerta abajo...! -
- *glubs* ...-

Mientras los vecinos nos miran con cara de circunstancias, nosotros intentamos analizar las situación con frialdad; la verdad es que no pinta demasiado bien: Allí estamos, en la puerta de la calle, sin llave de casa. La copia más cercana en el coche, del que tampoco tenemos llave. La segunda copia más cercana a 90 kilómetros, en casa de mis padres. Y nuestra hija de dos años, que dos días antes casi no llegaba a la manilla y que tras varios intentos ni siquiera era capaz de abrir la puerta, encerrada sola en casa... Entonces, mientras una gota de sudor frío me recorre la espalda, escucho un "clic" y una cara adornada con una sonrisa pícara aparece por una rendija, mientras un cuerpo menudo casi parece colgado de un bracito agarrado al tirador de la puerta. La que pudimos liar...

jueves, 28 de abril de 2011

El Follonero

Un buen día, a principios de abril, a primerísima hora de la mañana, recibimos un correo del jefe de servicio, en un correctísimo lenguaje no sexista lleno de arrobas. Se nos pedía desde instancias superiores que permaneciéramos en nuestros puestos a partir de cierta hora, porque una televisión local iba a venir a realizar una grabación (por enésima vez). El Servicio de Informática es especialmente proclive a ser objetivo de estas filmaciones, y ello debe ser porque como estamos más apiñados que en ningún otro sitio, colocan la cámara en la puerta y, con el ángulo adecuado, pillan a mogollón de gente que además ofrece buenas secuencias de trabajadores abnegados y ojos enrojecidos.

Como fuera que aquel día me pilló de especial mala leche, mi primera reacción del momento estuvo plagada de vilipendios y exabruptos que no citaré textualmente, para que no se me acuse de utilizar de forma desmedida tan duro (aunque estimable) recurso literario. En un lenguaje algo más moña y políticamente correcto fue algo así: "Después de haber sido penalizado en mi estipendio y de haber soportando inicuas tropelías, no me sale de la hombría que me exhiban otra vez como a un prostituido cuadrumano…" -y el que quiera que lo traduzca-. El caso es que probablemente hubiera bastado con una afirmación un poco más moderada, un simple "tengo derecho a que no me graben" habría bastado, pero como digo, ese fue un día un poco malo, y lo primero que me paso por la cabeza, así como lo primero que seguramente anuncié a mis compañeros de mesa sin pensarlo demasiado, fue digno del Bruce Willis más chungo de La Jungla. El caso es que me propuse desaparecer con cualquier excusa. Luego resultó que me surgió una reunión en otro servicio y que la tele ni siquiera subió a nuestra sala, cosa que después de todo, no hubiera estado tan mal.

Resulta que al final no fue un canal local de televisión el que se estuvo paseando por las oficinas, sino el programa del polémico y afamado Follonero. La verdad es que habría estado bien que se hubieran pasado por en Servicio de Informática. Así hubiera podido sacar en la tele el estado de hacinamiento en el que trabajamos, o las deficientes vías de evacuación. El adorable y cabroncete Jordi Ébole podría haber inhalado unas bocanadas de este aire cargado y apestoso que respiramos a menudo, y le habríamos ofrecido gustosos un primer plano de un pequeño termómetro que tenemos sobre la mesa, donde a eso de la una y media se veían unos refrescantes 28ºC...

Claro que lo más probable es que haga otro de esos programas que tanta fama le han dado, donde ofrecerá los cortes adecuados, acompañados de ingeniosos comentarios, para poner a caer de un burro a los empleados públicos, justificar que nos hayan bajado el sueldo porque nos lo merecemos (sugiriendo que, si es posible, nos lo bajen un poco más) y aportar su mediático granito de arena a la ya de por sí deteriorada imagen de las Administraciones. Lo gracioso es que lo hará con toda la justificación y razón del mundo a juzgar por el comportamiento de muchos de los trabajadores de esta santa casa.

Estando yo de reunión, pude ver y escuchar a un buen montón de personajes corriendo en tropel por los pasillos: "Ha venido el Follonero vamos a verlo...", "A ver si nos saca...", "Corre, corre, vamos a ver si lo pillamos...". Como si hubiera vendido a vernos una estrella de rock y ellos fueran gruppies descontroladas. Más tarde, a la hora de salir, junto a las máquinas de control horario donde fichamos, otro comentaba entusiasmado cómo el bueno de Jordi había entrado por sorpresa en su Servicio, saludando amistosamente antes de que las cámaras entrarán a saco para pillar a alguno con el culo al aire... Parecía que acababa de darle un beso a Hannah Montana... Pero a ver tontazos ¿No veis que ha venido a poneros a caldo? ¡Por Dios mostrad un poco de dignidad! Lamentablemente esto no viene si no a demostrar, una vez más, que tenemos lo que nos merecemos. Amantes del famoseo. De los de hay que asomar la geta en la tele aunque sea para que te la partan y en definitiva, de nuevo, el pan y el circo.

No he visto el reportaje (creo que se emite este viernes), pero me temo que no voy a equivocarme demasiado a tenor del enlace con la premier de los próximos reportajes de Jordi Ébole.

jueves, 14 de abril de 2011

Metáforas "afortunadas"

Al final este hombre va a terminar dándome hasta pena. Pase lo del pleno empleo, pase lo de la Champion League de la economía y pase, incluso, lo de los brotes verdes..., porque se puede ser de género tonto e incluso tener un mal día, pero esto ya es mala suerte. Algún asesor debería estar ya poniendo al día la cartilla del paro o colgado de las pelotas en algún cuarto oscuro de la Moncloa... Estas cosas suceden por no revisar las efemérides del día antes de abrir la puñetera boca...

miércoles, 13 de abril de 2011

Desayunando en el bar

Son las nueve y media de la mañana. Ahí en frente un par de tipos hablan de su último partido de frontenis. Ese otro canturrea distraído los últimos éxitos de los 40 mientras está a lo suyo. A unos pocos metros un corrillo comenta el último partido de fútbol y esos tres de allí discuten acaloradamente sobre Formula 1. Detrás de mi uno cuenta divertidas anécdotas que a todos entusiasman entre carcajadas, y un poco más allá hay unos tíos que hablan de sus cosas como si estuvieran solos. Ahí llega un habitual, silbando y hablando a voces desde la puerta. Y por supuesto no podía faltar el orondo y desenfadado cuponero, que se obstina en hacernos millonarios, al menos una vez por semana... El murmullo es habitual, el bullicio frecuente, como corresponde a cualquier bar que se precie, lleno de parroquianos y contertulios, frente a cafés, infusiones, carajillos y algún que otro sol y sombra... El problema es que esto no es un bar, yo no estoy tomando un café tempranero, y ellos tampoco. Este es el lugar donde trabajo y yo estoy frente a la pantalla del ordenador intentando escuchar mis propios pensamientos. Además es un poco temprano y aún no me apetece ponerme los auriculares a toda pastilla...

Mucha gente trabajando apiñada, una falta generalizada de educación y empatía, y la desidia de unos jefes que antaño paseaban ocasionalmente por el departamento, dejando a su paso un rastro de silencio moderado y conversaciones sosegadas, pero que hoy se aíslan en sus despachos, dejando a la anarquía campar a sus anchas... Supongo que estos son los motivos por los que muchas veces me llama mi mujer y me pregunta:-"¿Qué haces? ¿Desayunando en el bar?"-.

lunes, 11 de abril de 2011

El Manhattan del Mediterráneo

Gracias al inesperado mecenazgo de unos amigos, la última semana de marzo hemos podido disfrutar de unas precoces vacaciones en la Costa Blanca. Una llamada y una propuesta:-“¿Os queréis ir una semana a Benidorm? Nos ha tocado una estancia de una semana con pensión completa y no podemos ir…”. Miré a Cris con una sonrisa de oreja a oreja. Hicimos las convenientes gestiones en el trabajo y un par de días después aceptamos el regalo.

El domingo 27 de marzo, cargamos el coche y nos metimos para el cuerpo 750 kilómetros. Tras algo menos de 10 horas de viaje, con varias paradas para comer o para que la enana se desfogase, y apurando al máximo el deposito de gasoil y los dichosos 110 Km/h, llegamos a Benidorm (GPS mediante).

Lo cierto es que Benidorm me sorprendió gratamente. Toda vez que yo esperaba encontrarme con otra ciudad de playa feúcha y algo sucia, resulta que llegamos a una pequeña Manhattan en la costa de Levante. Flanqueada por sierras y montañas, presenta una atractiva silueta urbana de rascacielos, y un bonito perfil costero. Así mismo posee amplios paseos, avenidas y bonitos miradores. 

Panorámica de la costa desde un magnífico mirador
Los que la conocen de otros tiempos, dicen que ha perdido mucho de su antiguo esplendor, que la marcha ya no es lo que era y que la ciudad ha sido tomada por la tercera edad. La verdad es que no puedo emitir juicios al respecto. No había ido nunca a Benidorm y para ser sinceros, cuando vas en familia, con una niña pequeña, y a las diez tienes que estar en la habitación del hotel, viendo la tele con el volumen bajito para no despertarla, la marcha es lo de menos. Sí que es cierto que cuando entrábamos en el comedor del hotel, la media de edad bajaba radicalmente; sobre todo los primeros días. Pero luego llegaron algunas parejas más jóvenes, algunas incluso con niños. Tampoco andaba escaso el hotel de extranjeros, sobre todo alemanes e ingleses, algunos de ellos relativamente jóvenes también. Había un grupo de estos últimos, en torno a los treinta y muchos o cuarenta y pocos, barrigones, con pinta de hooligans y pulseritas naranjas –todo incluido- que desayunaban con vino y empezaban a clavarse cubatas a las diez y media de la mañana. Un día por la noche vi a uno de ellos dando tumbos por el salón, con la mirada vidriosa y haciendo unas eses que parecían ochos. Fue una de esas situaciones en las se te pasa por la cabeza que puede haber follón, pero decides quedarte un poco más a ver que pasa. El tío cogió un cigarrillo de liar que le dio un compatriota, y sin decir esta boca es mía, se fue con sus eses por donde había venido, en dirección al recinto de la piscina, donde se permitía fumar.

El general y salvo algún problema con la climatización de la habitación, la estancia en el hotel Agua Azul ha sido agradable. El personal del servicio ha sido muy atento, especialmente con la niña, que se ha venido a casa empachada de mimos y carantoñas, tanto de los empleados como de las docenas de improvisados y anónimos abuelos. El buffet, en desayuno, comida y cena, era bastante respetable y variado; y las instalaciones limpias y confortables.

Por lo demás, la semana nos ha servido para descansar y desconectar un poco de la rutina. Es triste decir que a finales de marzo ya necesites unas vacaciones, pero lo cierto es que nos han venido muy bien. Hemos tenido bastante buen tiempo, aunque no lo suficientemente caluroso como para pasarnos el día en la piscina o en la playa. Sin embargo si hemos ido un par de tardes a caminar, a jugar con la arena y a tontear un poco con las olas en la orilla. Yo incluso me di un breve y nostálgico baño uno de los días. Echaba de menos bañarme en el Mediterráneo y lo cierto es que, después de la experiencia, me atrevería a decir que es mucho más osado bañarse en algunas piscinas naturales del Jerte o la Vera en pleno mes de agosto.

Aunque Aqualandia y Terra Mítica, aun estaban cerrados, si que visitamos sus zoológicos temáticos: Mundo Mar y Terra Natura. Cientos de animales -en ocasiones sin ningún tipo de barrera física- organizados en recintos que recrean sus zonas geográficas y entornos, y espectáculos de leones marinos y delfines, hicieron las delicias de la niña... Bueno y las nuestras (¬_¬U. Porque lo cierto es que yo flipé con los delfines y los grandes felinos, y me volví loco haciendo fotos... Ambos parques están fantásticamente habilitados para recorrerlos con niños pequeños y sillitas. Ofrecen estupendos paseos ambientados con música y sonidos de la naturaleza y además, como estamos en temporada baja, los recorridos y espectáculos no estaban nada saturados. En ocasiones caminábamos los tres solos, perdidos entre vegetación y animales, lo que era una sensación muy grata.

Una llama con un serio problema dental...
Con estas visitas y con la anterior a la Reserva del Castillo de las Guardas, casi podríamos bautizar el mes de marzo como nuestro particular mes de la biosfera y la diversidad animal. Creo que puedo decir, sin temor a equivocarme, que en un mes, he visto más bichos vivos que en toda mi vida, y lo cierto es que me ha encantado.

Otra vez los emús. Definitivamente no me gusta un pelo como me miran estos bichos...
Vamos, que al final la semana se ha hecho corta. Tanto la enana como sus padres han disfrutado de lo lindo. Sin obviar algún sustillo –Olga parece haberle cogido el gusto a aterrizar de cabeza desde la cama cada vez que vamos a un hotel, y no hemos podido renunciar a la tradicional visita al centro de salud de turno-, el balance ha sido muy positivo y hago público desde aquí mi agradecimiento a nuestros benefactores.

Olga jugando al escondite con un cachorro de tigre.