martes, 20 de junio de 2017

Horror, llegó el momento de empezar a dar explicaciones...

Hay determinadas situaciones a las que los padres, por amigables que pretendan ser con sus hijos, y por bien documentados que estén sobre las últimas tendencias educativas, siempre temen enfrentarse. Una de esas situaciones es una conversación sobre sexualidad. Siempre me he jactado de hablar con mi hija sin preámbulos ni medias tintas, con claridad y todo el rigor científico que me permiten mis modestos conocimientos (y obviamente tratando de adaptar el lenguaje a su edad en cada momento...). El problema es que la mayor parte del día está en un entorno que ni su madre ni yo controlamos, y está expuesta a la desinformación y a las barbaridades que otros críos sueltan por sus bocazas... Niños que eschuchan a otros más mayores, padres con criterios educativos, digamos, más relajados..., y todo un amplio y lamentable abanico de lenguaje soez y expresiones inadecuadas para su edad que están por todas partes... Llamadme anticuado, pero cuando mi hija de ocho años llega contándome que algunos compañeros del cole usan expresiones como chúpamela y que un niño dice que follarse a alguien es algo así como juntar lo del uno con lo del otro y no sé que más, pues a mi me saltan las alarmas... Afortunadamente, por el momento, mi hija me lo cuenta todo, y eso me proporciona cierto margen de reacción.

El caso es que hace un par de días la niña llegó diciendo precisamente eso, que un niño les había ""explicado"" que era eso de follarse a alguien... Reaccioné con toda la entereza que pude, tratando de que no se me notase en la cara que tenía ganas de partile la boca al susodicho niño y de paso a sus padres. Le conté a la peque, sin alarma y sin darle demasiada importancia, el porque de las diferencias anatómicas entre mujeres y hombres, y que palabras como follar y otras semejantes era una manera bastante desagradable y maleducada de referirse al proceso mediante el cual los papás hacían bebés... Lo cierto es que lo tomó muy bien y con naturalidad (lo que me indica que salí bien del paso y que en general no lo estamos haciendo mal en temas de confianza y comunicación)... Sin embargo la última pregunta de la niña sobre el asunto, por lógica y previsible, no pude anticiparla y me dejó descolocado durante unos pocos segundos: "¿Entonces mamá y tú habéis hecho eso?"... La respuesta tuvo que ser un obvio "" acompañado de la coletilla "Pero eso es cosa de los mayores cuando quieren ser papás"... Me miró con su habitual perspicacia, me sonrió y siguió jugando con sus Legos .

lunes, 19 de junio de 2017

Sobre olas de calor, políticos y sus ideas

"¡Últimas noticias!: Recientes estudios han demostrado que el exceso de calor puede afectar negativamente al rendimiento intelectual de las personas y a su capacidad para elaborar juicios de valor basados en la razón y en la sensatez..., menos a determinados políticos que han demostrado, sin ningún género de dudas, que son gilipollas a temperaturas normales, dado que hablan desde despachos bien climatizados..."

En la última semana y pico -cuando ni siquiera ha llegado todavía el verano- una tremenda ola de calor está causando estragos en toda España. Algunos de los principales afectados son los alumnos y profesores de un buen número de centros educativos, la mayoría de los cuales no cuentan con climatización en las aulas. En el colegio de mi hija se han medido temperaturas de más de 30º en algunas clases, y los servicios de emergencias han tenido que atender, al menos, a un par de críos...

Según el Real Decreto 486/1997 (BOE 23-4-97), entre las condiciones que debe reunir un centro de trabajo (y un colegio debería tener tal consideración) se considera que la temperatura para una situación de confort mínimo aceptable debe estar en un rango entre 17 y 27 grados. Poco más se puede decir a este respecto.

Mientras determinados personajes, tan seriamente vinculados a la sanidad y la educación, se permitan el lujo de decir sandeces y patochadas cuando se les demandan soluciones para situaciones como la mencionada más arriba (con el agravante de tener sus despachos bien fresquitos y en muchas ocasiones infrautilizados...), los ciudadanos de a pie podremos exigir, sin ningún tipo de pudor, que nos den lecciones de responsabilidad energética cuando pasen siete horas en una sala a 32º y rodeados de otras 25 personas, y que mientras tanto se metan sus abanicos de papel por donde les quepan.