martes, 31 de mayo de 2011

Españistán

Se que a estas alturas es un tema tan trillado que casi aburre. Es más, ya todo el mundo sabe con más o menos nivel de detalle por qué España está con la mierda el agua al cuello... Bueno, todo el mundo no, todavía existe un reducto de resistencia, formado principalmente por banqueros y políticos, que viven en su país de arcoíris y unicornios, ajenos a la realidad. Pese a que contiene algunas imprecisiones y sesgos, el caso es que con este vídeo he estado riéndome un buen rato. y no he podido resistirme a compartirlo. Algunos quizás ya lo conozcáis.

lunes, 30 de mayo de 2011

El arte de la paz

El pasado sábado 28 de mayo ha tenido lugar en Madrid un magnífico curso de aikido, impartido por el maestro Yasunari Kitaura. En esta ocasión se ha tratado de un curso con fines benéficos, donde la recaudación se destinaba a las víctimas de la reciente catástrofe de Japón. El evento tuvo lugar en las estupendas instalaciones del Centro de Alto Rendimiento de la capital, y como de costumbre Kitaura no decepcionó al gran número de participantes.

En estos días se cumple mi séptimo aniversario en esta práctica marcial. Pese a que en los últimos dos años mi dedicación se ha visto reducida a uno o dos días de entrenamiento a la semana (algunas veces ni siquiera eso), es una actividad que me sigue apasionando y que continúo recomendando como el primer día. Por temporadas, el aikido llega a ser la única actividad física que me permito y que no estoy dispuesto a abandonar. Por no hablar de que, en numerosas ocasiones, un par de horas de práctica me han ayudado a mantener el equilibrio mental en los días en que éste flaqueaba.

Todavía me cruzo con mucha gente que me pregunta: "Eso del aikido ¿Es lo que hace Steven Seagal?...". Después de siete años recorriendo este camino, no puedo evitar que esa pregunta me arranque una sonrisa. A fin de cuentas esas fueron las palabras, casi letra por letra, con las que yo interrogué al que hoy es mi instructor cuando le conocí hace ya bastante tiempo.

Es muy difícil explicar qué es el aikido, porque difiere bastante de muchas otras artes marciales más conocidas y populares. Desde su concepción filosófica, pacífica y no violenta, hasta sus principios físicos y combativos, es un arte complejo. Es algo que hay que probar. Luego, si el primer bocado te engancha, tendrás que armarte de paciencia y tomarte unos pocos años para empezar a tener una ligera idea.

El pasado domingo, en Canal Extremadura TV, se emitió un pequeño documental, dentro del programa Metropolita, en el que podéis echar un primer vistazo a la actividad que desarrollamos... Por cierto, no os confundáis; el programa se compone de cuatro reportajes, nosotros somos los del segundo; el primero va sobre un sex-shop de Badajoz -sé que esto va a traer coñas, seguro-, una opción de ocio tan buena como las otras o incluso mejor, por lo menos que el billar y la ópera (tercer y cuarto reportajes respectivamente) :D.

Actualización, 8 de junio de 2011

Parece ser que Canal Extremadura no tiene un repositorio permanente de videos en su propio sitio, por lo que nuestro reportaje ha dejado de estar disponible en esa web. Afortunadamente lo han subido a YouTube y algún avispado compañero lo ha enlazado en la web de nuestra asociación.

viernes, 27 de mayo de 2011

Dar la vida

He leído en el blog de un amigo un emotivo relato de heroicidad y amor que me ha conmovido y me ha pillado por sorpresa. El hecho es que veo muy poco la televisión y de los periódicos a penas tengo tiempo de ojear las cabeceras, sabía lo del desastre de Lorca por supuesto, y conocía el número de muertos... pero poco más. No tengo Twiter y a penas paso por Facebook. Por fortuna si leo los blogs de unos cuantos amigos y a través de ellos me llegan estas historias humanas.

Ya hace más de dos semanas que sucedió el terremoto de Lorca y haberme enterado tan tarde de esta noticia me ha removido algo por dentro, una especie de pesar, una sensación desagradable de deshumanización, por haber conocido los hechos de forma aséptica y fría, y no haber sabido nada de esta historia de personas hasta hoy. Por eso tengo la necesidad de hacerme eco de este acto de amor, probablemente casi instintivo, de una mujer, Antonia Sánchez Gallego, que, con toda la vida por delante, la regaló, siendo madre protectora, siendo escudo de sus hijos.

sábado, 21 de mayo de 2011

Mi jornada de reflexión

Hoy es jornada de reflexión, así que toca pasar el día reflexionando.

Por la mañana al levantarme, más temprano de lo que hubiera deseado, reflexiono durante unos instantes sobre lo que voy a desayunar. Sábados y domingos son los únicos días de la semana en los que puedo pararme a pensar que me apetece, más allá del café recalentado y las dos galletas de las 6:30am del resto de los días. Café recién hecho, un zumo de naranja recién exprimido y unas tostadas o un tazón de cereales. Son los únicos días que desayuno sentado en casa, con mi mujer y mi hija. En la tele música clásica de La 2 -a la niña la embelesa-, o dibujos en versión original. El ambiente es propicio para reflexionar, así que sigo reflexionando.

Como otras veces, reflexiono sobre mi vida. Salto entre acontecimientos lejanos sin ninguna pretensión cronológica. Me deleito en muchos momentos y lamento algunos. Evalúo ciertas decisiones y sus consecuencias, imagino realidades alternativas y me veo caminando en los pasos de otro yo. Aunque a veces lamento no haber tomado ciertas determinaciones, en general estoy bastante satisfecho con el camino elegido, aunque incluso en esos momentos me asalta el anhelo de otras vidas. Parece que no sólo soy un puto pesimista, al parece también soy un inconformista acomodado.

La verdad es que hoy es un buen día para reflexionar, no hay demasiadas tareas domésticas pendientes: poner una lavadora y hacer la comida, lo que se soluciona llamando al chino (lo de la comida claro, lo otro igual sería discriminación de minorías). La enana hoy no está especialmente belicosa y se está entreteniendo sola, así que incluso podemos sentarnos y hablar un rato mientras la vemos jugar de reojo. Charlamos y reflexionamos sobre nuestros trabajos, Cris parece satisfecha aunque a veces esté algo desbordada. Yo por supuesto me quejo, aunque al final nos dejamos llevar por una ola de conformismo: es trabajo y son dos sueldos, sin grandes alardes, pero suficientes. Aunque me resisto a aceptar que tener trabajo y unos sueldos mediocres sea como una lotería. Por jodidos que sean los tiempos que corren, la lotería es otra cosa, seguro...

En algún otro momento del día, el mundo y la sociedad ocupan mis reflexiones; probablemente después de comer, mientras veo las noticias dormitando en el chaise longue. Mi condición de sup3ia me predispone a ello. Lo que pasa es que, en mi pelea diaria contra el pesimismo, cada vez dedico menos tiempo a estas reflexiones. Intento no comerme demasiado el coco, aunque a veces no puedo evitar pensar que me estoy deshumanizando un poco.

Por la tarde, damos un paseo, la niña necesita corretear y trepar unas cuantas veces por los columpios. Con suerte se cansará lo suficiente como para regalarnos una noche de cierta tranquilidad. Mientras ella juega, Cris y yo nos alternamos para merodear cerca, y ocasionalmente nos sentamos un par de minutos en algún banco cercano para hablar –sin dejar de mirar de reojo-. A ratos observo a los niños y, sobre todo, a sus padres. Ellos me dan más motivos para reflexionar y sacar conclusiones sobre el futuro y las batallas que tendrá que librar mi hija. Aunque por el momento la batalla sólo es un niño de cuatro años que se cuela para subir al tobogán empujando a una niña de dos, mientras su madre mira la escena indolente... ¿Cómo le explicas a una niña de dos años que debe guardar su turno, pero que puede pegarle un codazo en estomago al puñetero niño si intenta colarse?... Es complicado, por ahora sólo puedo retener a mi hija si intenta subir las escaleras cuando no le toca, y agarrar al niño, con más cortesía de la que me apetece, para que la deje pasar; exponiéndome, por supuesto, a cualquier pendencia con otros progenitores. Hoy es una señora menuda y apática a la que le da igual ocho que ochenta, pero mañana puede ser un morlaco para quien su niño tiene derecho a comportarse como un pequeño déspota... Y no es que me preocupe en exceso el enfrentamiento, pero no es plato de buen gusto...

Por cierto, mañana hay elecciones autonómicas y municipales. Son las doce menos cuarto y no tengo ni pajolera idea de lo que votaré. Llevo días leyendo sobre las repercusiones del voto en blanco, el voto nulo o la abstención y todavía estoy más confuso. El voto en blanco beneficia a los partidos mayoritarios (por la dichosa ley d’Hont). El voto nulo no vale para nada, porque nadie va a captar la indirecta si yo voto a Frodo el Hobbit. A fin de cuentas, el voto nulo sólo lo verán en la mesa electoral, y luego sólo seré un torpe más que se lió con las papeletas o un graciosillo irresponsable sin sentido democrático. En cuanto a la abstención, probablemente las estadísticas dirán que actué por desinterés, que me habrá surgido una emergencia o nuevamente seré un irresponsable sin compromiso político. A la hora de la verdad los politicastros interpretarán mi voto como les plazca. Cualquiera de ellos apartará pronto de la cabeza la idea de que un alto porcentaje de votos nulos o en blanco, o una alta abstención es un mensaje inequívoco de que nos tienen hasta los cojones, y por supuesto no harán nada al respecto... ¡Ah claro! Siempre me quedará la posibilidad de votar a un partido minoritario..., que probablemente acabará aliándose con uno de los grandes que no pueda gobernar con mayoría absoluta, acatando casi a pies juntillas las directrices del que le deje unas cuantas migajas en forma de escaño o concejalía (manda huevos que ésta sea mi mejor y más probable alternativa ¬_¬U)... Hoy por lo menos, no he reflexionado mucho sobre eso. Menuda papeleta.

viernes, 20 de mayo de 2011

La que pudimos liar

Acabamos de llegar de la compra, Cris y Olga suben un momento a casa de una vecina -Olga quiere ver al gato- mientras yo paro en casa a soltar las bolsas y a preparar el baño de la enana. Entro en casa, suelto las llaves, dejo la compra en la cocina y lleno la bañera.

A los diez minutos escucho a la niña alborotar en la escalera y voy a abrir la puerta. Allí está, en el portal, correteando y pegando voces (lleva unos días que le ha dado por gritar todo el rato...). Cris se ha parado a hablar con los vecinos de enfrente, la chica ha tenido un accidente y va en silla de ruedas; yo salgo para interesarme... Y entonces la mocosa entra corriendo en casa y cierra la puerta de un portazo (otra de sus modas últimamente)... Cris y yo nos miramos con los ojos como platos y nos palpamos los bolsillos...

- ¿Tienes llave? -
- No, ¿y tú? -
- No...

Empiezan los nervios...

- Fran, salta por el patio del vecino y... -
- ¿Cómo?, tenemos la casa fortificada, está todo cerrado y hay barrotes en todas las ventanas. -
- Cogemos la copia de las llaves que hay en el coche... –
- ¡Es que las llaves del coche están dentro de casa...! –

En ese momento Cris es una madre histérica y yo un padre al que no le llega la camisa al cuello...

- ¡Pues que nos abra un vecino la puerta del garaje y si hace falta rompo una ventanilla del coche! -
- Es que de todas formas no vamos a poder abrir, he dejado la llave puesta por dentro en la cerradura... –
- ¡Pues te juro que tiro la puerta abajo...! -
- *glubs* ...-

Mientras los vecinos nos miran con cara de circunstancias, nosotros intentamos analizar las situación con frialdad; la verdad es que no pinta demasiado bien: Allí estamos, en la puerta de la calle, sin llave de casa. La copia más cercana en el coche, del que tampoco tenemos llave. La segunda copia más cercana a 90 kilómetros, en casa de mis padres. Y nuestra hija de dos años, que dos días antes casi no llegaba a la manilla y que tras varios intentos ni siquiera era capaz de abrir la puerta, encerrada sola en casa... Entonces, mientras una gota de sudor frío me recorre la espalda, escucho un "clic" y una cara adornada con una sonrisa pícara aparece por una rendija, mientras un cuerpo menudo casi parece colgado de un bracito agarrado al tirador de la puerta. La que pudimos liar...