miércoles, 13 de julio de 2011

Septuagenario encerrado en un fornido cuerpo de 35 años

De verdad, al próximo que me diga eso de "Al menos tienes salud" le voy a tener que soltar alguna fresca. Vale que no esté aquejado de nada terminal, pero menuda temporada llevo. Al menos hace un año podía echarle la culpa a la niña diciendo aquello de "Es que nos cogemos todas las mierdas que se trae de la guardería...", pero lo cierto es que en los últimos meses he estado continuamente enfermo, mientras que ella, a lo sumo, se ha pillado un resfriado.

Esta mañana a las seis y media, mientras me tomaba un café recalentado antes de coger el coche, he mirado el rinconcito de la encimera de la cocina donde están, perfectamente ordenadas, todas las cajitas de medicamentos que actualmente estoy tomando. Por un momento me ha venido a la cabeza el aspecto de un rinconcito de encimera similar, en casa de mis padres, donde mi difunta abuela apilaba sus medicinas... Me he sentido un poco raro. No son cosas para la tensión ni para los huesos, pero ahí están: Ibuprofeno, Flutox, Flumil, Auxina, un tubo de Lizipaina y las recetas con las dosis correspondientes... En las últimas cinco o seis semanas he tenido que ir al médico tres veces (yo, a quien le caducaban las tarjetas sanitarias sin conocer siquiera al médico que me habían asignado...). La última, ayer, la doctora dijo que me iba a tener que dar de baja, y yo, imbécil de mi, le dije que me diera una semana más para recuperarme con el tratamiento, y si no mejoraba entonces hablábamos lo de la baja, que ahora me venía bastante mal por el trabajo.

El caso es que a penas hace un mes terminé un tratamiento con antibióticos, antes de eso estuve otra vez con antiinflamatorios y mucolíticos, y ahora estoy liado, tomando otras cuatro o cinco cosas diferentes tres veces al día, por lo que parece ser una faringoamigdalitis que me deja sin voz a media mañana. En los últimos tiempos he acumulado, además de esta faringoloquesea, una faringitis, una laringitis, un principio de bronquitis, algún que otro catarro común y mucha frustración y mala leche.

Desde hace algún tiempo me da la impresión de que mi cuerpo ha perdido toda capacidad combativa y regenerativa. He reducido mi actividad física a mínimos vergonzosos, vamos, que sudo lo mínimo para no enfriarme. Evito exponerme a aires acondicionados (aunque en el trabajo es inevitable) y he renunciado a la horchata bien fría tan propia del verano. Y aún así, parece que la más mínima brisa veraniega, o el batir de las alas de un mosquito, revientan mis defensas, saltan todas las barreras y se apalancan en mi tracto respiratorio dejándome bien jodido durante semanas... ¡Cómo para no sentirse mayor!

2 comentarios:

  1. Mmmmmmmm, eso es una mala racha pasajera!! Seguro!!

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  2. Ánimo! Lo que pasa es que Olga ya se ha hecho resistente a los virus de la guarde y tu vas a tardar un poco más ;) verás como pasa.

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