lunes, 15 de octubre de 2012

Café largo de impunidad

Como cada mañana hemos bajado a desayunar a la cafetería de la Consejería pasadas las diez y media. La verdad es que al entrar ni siquiera he reparado en el cartel -probablemente alguien sujetaba la puerta o me cedía el paso-... El caso es que hace unos días algo me salió de ojo: dos de los camareros, que habitualmente se parten el lomo currando y yendo sin parar de un lado a otro con cafés y tostadas -para que nuestra estancia en la cafetería no se prolongue más de 20 o 25 minutos- estaban sentados en una mesa. Los vi así un par de veces la semana pasada, y hoy la situación se repetía... Alguien me había comentado de pasada que estaban teniendo problemas con su empresa, pero no le di importancia.

Mientras desayunábamos he estado observando a la gente que se acercaba a hablar con ellos. Entraban en la cafetería y, después de verles y cruzar algunas palabras, se iban sin tomar nada (además las mesas estaban casi todas vacías, lo que no es habitual a esa hora). Finalmente, al terminar nos acercamos a hablar con ellos. Se me atraganta el desayuno y me dan unas ganas tremendas de irme sin pagar, no lo hago, pero mañana desayunaré en otro sitio o me llevaré un bocadillo... Un insignificante gesto de solidaridad, pero si vale de algo ahí queda...

Buscando en Google el nombre de la empresa adjudicataria -para ciscarme en sus muertos a través de este blog- encuentro más información de la que necesito para indignarme en este artículo. Conozco a los protagonistas. La empleada de origen ruso de la que habla el periódico se llama Verónica, es simpática, tiene genio y un gracioso acento, lo que combinado tiene un curioso efecto cuando mete prisa a sus compañeros porque una comanda viene mal o tarda mucho. Es como si unos sicarios de la mismísima Russkaya mafiya se fueran a asegurar de que recibes tu café caliente...

¿Hacia dónde narices vamos cuando en un edificio público se dan estas irregularidades?¿Contratos falseados?¿Explotación?¿Trabajadores ilegales?...Todo en los mismísimos morros de la Administración. Y que conste que quiero pensar que en este caso la Junta también es parte perjudicada, y perjudicada por partida doble: por los 13400 euros que le deben y por la imagen que está dando... Perjudicada pero también culpable, porque lo cierto es que este atropello ya lleva dándose un tiempo y allí siguen sirviéndose cafés..., cuando lo que tenía que pasar es que este tipo de situaciones se zanjarsen a cuchillo y sin pasar por DOE..., a ver si de una vez por todas escarmentamos escarmientan en este puto país los cuatro (o cuatro mil) sinvergüenzas que nos están hundiendo en la miseria.


4 comentarios:

  1. ¡Multa y embargo ya para ésos sinvergüenzas para que paguen a los trabajadores!

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  2. A ver, tengo dos opciones, pegar el palo ya, o intentar saber qué ha pasado realmente. El periódico habla de una parte, los otros no se han pronunciado aún. Eso sí, si todo lo que dice es cierto, que jeta la del funcionario...

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  3. ¿Qué funcionario? si la explotación de la cafetería la tiene una empresa. El empresario debe dinero a la Junta, debe dinero a sus trabajadores y parece ser que incluso a los proveedores... El tío no se ha pronunciado por que no le da la gana: Los afectados llevan tiempo intentado reunirse para dar con una solución y según palabras de estos el tipo dice que ni les ha pagado ni les va a pagar... Así que claro, están bastante cabreados. Yo no tengo razones para poner en duda lo que dicen porque les conozco desde hace años y llevan trabajando aquí la pila de tiempo.

    Claro que la actitud de la Administración con eso de que se las apañen los trabajadores con la empresa es un poco... bueno. A fin de cuentas se está cometiendo ese atropello en un edificio público... ¿Qué cabe esperar pues de una Administración así en materia de protección laboral cuando el currante no esté a un palmo de sus narices sino en cualquier tugurio perdido de la mano de Dios?

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  4. Perdón, donde dije funcionario, quise decir concesionario...

    Después de lo que me cuentas... Puedo decir una de mis frases favoritas: "Grandes empresarios, los españoles (en este caso, los extremeños)". La verdad que la Administración debería poder rescindir el contrato de explotación a ese tío, pero para qué me voy a meter en líos si no es problema mío. Los camareros... no se yo si llegarán a cobrar.

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