viernes, 24 de marzo de 2017

La host family y la tortilla francesa

Cualquiera que cocine mínimamente sabe que una tortilla francesa es una de las cosas más simples de hacer. En su expresión más sencilla (huevo batido, aceite y una pizca de sal) es un plato sin chispa, sin gracia, incluso aburrido diría yo... Y que conste que me gusta la tortilla francesa, pero siempre acompañada con algún relleno: jamón, una loncha de algún fiambre, queso, incluso alguna combinación simpática de hierbas y especias..., en fin, algo que anime un poco la experiencia culinaria...

Hechas las pertinentes aclaraciones para que nadie malinterprete posteriores metáforas gastronómicas, os cuento de que va esto...

Hace unos meses, una amiga francesa, que es profesora, nos pidió ayuda para localizar hogares en Cáceres que quisieran acoger a algunos de sus estudiantes durante un par de semanas, pues venían a realizar prácticas en pequeños negocios de nuestra ciudad. En principio no nos planteamos ser nosotros mismos una host family, pero después de hablarlo, dado que tenemos una habitación libre, nos pareció que un pequeño intercambio cultural de este tipo seguramente nos aportaría una experiencia interesante y a nuestra hija le encantaría. Hablamos con nuestra amiga y le dijimos que contara con nosotros.

Hace un par de semanas la estudiante, una muchacha de 18 años, llegó a nuestras vidas, y hace unas horas la dejamos en la estación de autobuses para que iniciara su regreso a tierras galas... Y tengo que decir que es, probablemente, unas de las experiencias más anodinas que he vivido en mis cuarenta tacos...

La cosa ya me escamó cuando la recogimos hace catorce días. Sabíamos que la muchacha a penas entendía español, pero nos dijeron que se apañaba con el inglés..., sin embargo la realidad ha sido bien distinta. Yo, que sí que me defiendo en inglés, a penas he logrado hacerme entender y ella no ha usado con eficacia más de diez o doce palabras en ese idioma mientras ha estado con nosotros... Total, que el rato de conducir hasta casa estuvo adornado por infructuosos intentos por nuestra parte de entablar una sencillísima conversación sobre su viaje, y por monosílabos y caras de estupor por la suya... "Será tímida" me dije "estará cansada, pero ya cogerá confianza y se arrancará a hablar"... Pero no.

Lamentablemente hemos vivido esa situación durante dos semanas. Fíjate que yo ya me había resignado a que mi móvil echara humo con el Google Translator, pero por no hablar, la tía no hablaba ni en francés. Hasta tal punto ha llegado la cosa que incluso hemos quedado a comer un par de veces con amigos que hablaban su idioma bastante bien... Han intentado sacarle conversación hasta el aburrimiento, sólo les ha faltado zarandearla y gritarle "PARLE, PAR DIEU!", pero su interacción se ha limitado a monosílabos y frases cortas...

Ni con alcohol lo hemos conseguido oiga: buen vino en algunas comidas, medio litro de cerveza otro día que nos la llevamos a comer de tapas... Nada. Se ve que eso de que el alcohol suelta la lengua no funciona con los franceses...

Bromas a parte (aunque no hay otra forma de tomárselo), la experiencia ha sido muy decepcionante. Por más que nos hemos esforzado en hablar con ella, en hacerla sentir cómoda desde que llegó, la mayor parte del tiempo que ha pasado en casa ha estado encerrada en su habitación, hablando por teléfono y partiéndose el culo a carcajadas delante del móvil o del portatil (viendo alguna chorrada de vídeos tipo Rubius a la francesa..., vamos, digo yo; de otro modo no me lo explico...). En los ratos de más frustración he estado a punto de bloquearle la wifi, pero como por momentos he llegado a pensar que estaba un poco tocada del ala, me daba miedo que se le fuera la olla...

Han sido dos larguísimas semanas en las que nuestra huesped no ha mostrado ni el más mínimo interés por entablar una conversación (en ningún idioma que remótamente pudiera sonarle...). No se ha esforzado ni un ápice en convivir ni en saber algo de nosotros. No ha manifestado curiosidad por nuestra ciudad o por nuestras costumbres. Tampoco creo que haya logrado grandes experiencias a nivel profesional. Ni siquiera ha pretendido hacerse una foto con nosotros como recuerdo... No se me ocurre una forma más triste de perder el tiempo y desperdiciar una oportunidad en un país que no es el tuyo, donde además se te han dado todas las facilidades.

En definitiva ha sido poco más o menos lo mismo que tener un ficus ocupando toda una habitación y comiendo comida de humanos; está ahí, no causa problemas, pero aporta más bien poco... O dicho de otro modo, ha sido algo así como comerse una de esas tortillas sin gracia de las que hablaba al principio..., aunque al menos la tortilla quita el hambre...

Aunque quizás lo que más me ha dolido es como se ha portado con la niña, En dos semanas se pueden contar con los dedos de una mano las palabras que ha cruzado con ella. La peque estuvo haciendo esfuerzos durante varios días y sólo obtuvo como respuestas monosílabos y sonrisas bobaliconas. Más de una vez, al llegar a casa, ha pasado por delante del cuarto de Olga mientras la niña estaba allí jugando, y ni siquiera la ha saludado antes de encerrarse en su habitación... ¡Menuda experiencia cultural le hemos dado a nuestra hija!... Al final, el otro día, cansado de decirle a mi hija que la chica francesa es un poco tímida y callada, me senté junto a la niña y le dije "fíjate bien cariño, así es como NUNCA debes portarte si algún día viajas y alguien te ofrece su casa...".

2 comentarios:

  1. Qué triste y qué experiencia más desaprovechada. ESperemos que supere esa tontuna con la edad, porque vaya.... Pues nosotros hemos tenido a una japonesa otras dos semanas, fíjate tú, pero esta ya era mayorcita (42 años) y es nuestra amiga, la conocimos en Vietnam. Afortunadamente, nuestra experiencia ha sido bastante mejor que la tuya :P . Tenemos que hablar del tema. Un abrazo.

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  2. Que miedo dan estas cosas cuando uno es padre...

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