martes, 21 de enero de 2014

El Manantial, Ciudad Rodrigo

Este fin de semana ha comenzado (de forma un tanto accidentada, todo hay que decirlo...) nuestra agenda "lúdico-cultural" de 2014. Hemos estado con unos cuantos amigos y sus hijos en una estupenda casa rural junto al río Águeda, en Ciudad Rodrigo: La casa rural El Manantial. El fin de semana ha sido agotador, los enanos han estado especialmente revolucionados por las noches. Los osados padres, en nuestra ignorancia, pretendimos que cinco niños, entre cuatro y seis años, compartieran habitación... La experiencia fue traumática (sobre todo para los adultos). Después de horas de risas, gritos, enfados, peleas, llantos, saltos en las camas y canciones de pedos y caca, algunos de los pequeños acabaron durmiendo en las habitaciones de sus padres, otros se levantaron de madrugada buscando también las camas paternas, y los dos que al final de la noche despertaron en el dormitorio infantil (Olga era uno de ellos) decidieron que las seis menos cuarto de la mañana era tan buena hora para levantarse como cualquier otra... Así que, si bien la primera noche los adultos permanecimos de charla, copas y snacks hasta las tres de la mañana, la segunda noche caímos todos derrotados antes de la una (afortunadamente esta segunda noche también fue más tranquila en el sector infantil).


La casa, como digo, es estupenda. Está a unos pocos metros del río y dispone de una enorme parcela donde hay barbacoa y horno de leña, cenador, piscina, fuentes, columpios ¡Y un recinto con animales!. Muchas de las instalaciones exteriores no pudimos disfrutarlas debido al mal tiempo, pero los ratos que la climatología lo permitió abandonamos el confort de la chimenea y salimos al aire libre. Los columpios y sobre todo los animales hicieron las delicias de los críos. Había gansos, corderos, gallinas y un poni. Los niños no perdía ocasión de acercarse a la valla a darles pan cada vez que podían, y los pobres bichos corrían de un lado para otro siguiendo los pasos de los enanos al otro lado de la cerca. Los gansos se precipitaban graznando con las alas abiertas para espantar a los corderos en su pugna por el pan. Los corderos y una oveja marrón enorme balaban hasta desgañitarse. Y especialmente preocupante me pareció la actitud del poni; el animal, a todas luces sobrealimentado, debía padecer algún tipo de trastorno alimenticio. Apartaba a los demás bichos a cabezazos, les quitaba el pan de la boca y coceaba la alambrada cuando dejábamos de darle pan y nos alejábamos... Hasta chorizo le dieron los críos... Olga me preguntaba un tanto desconcertada "¿Los ponis no eran herbívoros papi?..."


El sábado por la mañana hacía frío y estaba muy nublado, pero la lluvia nos respetó y pudimos acercarnos al valle de Siega Verde. Esta era la parte cultural del fin de semana (hay que estimular a estos críos como sea...). A unos quince kilómetros de Ciudad Rodrigo, en las márgenes del río Águeda, se encuentra un importante yacimiento arqueológico de arte al aire libre del Paleolítico. Se han contabilizado más de 600 representaciones de animales y símbolos grabados en las rocas cercanas al río. Resulta impresionante ver como se conservan estando a la intemperie, sobre todo considerando que podrían tener una antigüedad de hasta 20.000 años... Casi na'. Y ahora te compras un cómic y después de haberlo leído dos veces está descuadernado y hecho unos zorros...


Después de la visita comimos fantásticamente en un restaurante de Ciudad Rodrigo. Tras una larga -y moderadamente relajada- sobremesa dimos un pequeño paseo por la ciudad. Luego la lluvia, que nos había estado respetando hasta ese momento, decidió hacer acto de presencia, así que volvimos a refugiarnos junto al fuego. 



El domingo amaneció frío pero bastante despejado. Así que tras una breve caminata por el paseo fluvial decidimos disfrutar un poco de las instalaciones exteriores de la casa. Mientras nuestros retoños jugaban en los columpios y seguían sobrealimentando a los animales, los padres disfrutamos del sol y unas cervezas al aire libre. Más tarde culminamos la estancia con una deliciosa paella de encargo y las pocas viandas y bebidas que todavía quedaban. A eso de las cinco de la tarde abandonábamos El Manantial, satisfechos y con la intención de volver en fechas más cálidas. 

¿Que a qué me refería al principio con lo de comenzar "de forma un tanto accidentada"? Bueno, cuando íbamos hacia Ciudad Rodrigo, subiendo el Puerto de Perales, una lucecita desconcertante se encendió en el salpicadero y el coche se quedó sin potencia. Tuve que subir entre segunda y tercera a 40 o 50 km/h, y pensé que el fin de semana acabaría truncado por una grúa. Llegar llegamos, y también logramos volver sin demasiados contratiempos, pero la endemoniada lucecita se enciendía de forma intermitente... Dicen en el taller que si no he gastado ya la extra de Navidad que mejor la guarde, porque podría tratarse del turbo y esa es de las gordas... Pero eso es otra historia y prefiero no empañar esta entrada con las lágrimas de mi visa.

1 comentario:

  1. Que preciosidad de fotos :) y que verde está esta Extremadura nuestra, estos últimos años estamos disfrutando de unos paisajes que no había visto en 10 años.

    Tomamos nota de la casa rural como posibilidad de fin de semana tranquilo para el futuro :).

    Suerte con la avería, por lo que explicas quizás tengas suerte y lo único que tengan que cambiar sea el tubo de plástico que sirve para controlar la presión del motor y hacer que el turbo 'comience' a funcionar en el momento apropiado.

    Mucho ánimo y a ver si hay suerte con la avería y es poca cosa.

    Un abrazo para los tres!

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