sábado, 31 de marzo de 2018

¡Ni una procesión, oiga!

Que yo recuerde, desde que tengo uso de razón, creo que es la primera vez que no he visto ni una procesión de Semana Santa, ni siquiera me he cruzado con una. Todo lo más escuché algún redoble de tambores en la lejanía, pero nada más. No ha sido algo premeditado, de hecho podría haber visto alguna pues me he tomado toda la semana de vacaciones y hemos estado en lugares de arraigada tradición, pero no, la peque no ha preguntado por ellas y nosotros ni nos hemos acordado. 

Ha sido una semana tranquila que empezó cargada de grandes intenciones. Hasta última hora yo había estado mirando posibles escapadas, pero al final resultó que Cris tuvo que trabajar de lunes a miércoles, con lo que la cosa ha quedado en un par de excursiones de mochila y bocadillo y una jornada de cervezas, tapas y tartas lujuriosas en Badajoz... Con todo, ha sido una Semana Santa relajada pero con suficientes actividades familiares como para resultar provechosa.

Nuestra primera escapada fue a la nieve, a sabiendas de que gracias a las generosas precipitaciones de las últimas semanas habría un buen montón. Así que nos preparamos unas mochilas con bocadillos y bebidas, cogimos la ropa de nieve y el trineo, y nos fuimos a Candelario. Hacía un tiempo espléndido y en la Primera Plataforma pudimos disfrutar durante unas horas de una buena cantidad de centímetros de nieve. Las estimaciones para la estación de esquí de la Covatilla hablaban de más de 2 metros de nieve; allí en la plataforma de Candelario no habría menos de un metro en algunas zonas, de hecho yo llegué a meter literalmente la pata hasta la rodilla en algún mal paso...


El Jueves Santo estuvimos en Badajoz con mi hermano y mis sobrinos. Pasamos un día estupendo paseando y comiendo por el centro, primero cervezas y tapas, después cafés y unas tartas riquísimas en La Galería. Este local de aspecto acogedor, cuenta con personal muy amable, una interesante carta de tartas caseras y una "tarifa plana" de 3'50€ por porción. Además exponen obras de artistas locales, lo que termina por dotarlo de ese toque cool que necesita un negocio que quiera diferenciarse. Parece ser que casi siempre tienen gente esperando en la puerta, y es la única pastelería que he conocido que tiene un portero, de los de traje y pinganillo: un tipo amable que iba gestionando a la gente que esperaba y las mesas que iban quedando libres.


El sábado volvimos a preparar mochilas y bocadillos y nos fuimos al Parque Nacional de Monfragüe. Hizo un bonito día, con algunas nubecillas que iban y venían, lo cual era de agradecer, porque cuando aparecía el Sol pegaba de lo lindo... Hicimos una preciosa ruta de unos 8 kilómetros, Aunque nos lo tomamos con bastante calma, parando a comer y disfrutando del entorno natural, que tras las lluvias de las últimas semanas estaba en uno de sus mejores momentos.


Estas mini-escapadas cerca de casa, junto con varios escarceos culinarios con amigos y restaurantes locales, han hecho de esta Semana Santa un periodo que, si bien no ha sido lo que yo tenía planeado, ha resultado plenamente satisfactorio.

3 comentarios:

  1. Que envidia me da lo bien que os organizáis para aprovechar el tiempo.

    Nosotros en semana santa hemos estado en el campo. Un abrazo!

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  2. Hacemos lo que podemos cuando nos dejan amigo :). Un abrazo.

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  3. Por cierto, en el puente de la foto de monfragüe conseguí yo fotografiar una nutria hace unos años en una excursión :D a ver si encuentro la foto hombre.

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