sábado, 19 de enero de 2019

El final de la inocencia

Vayan por delante mis disculpas por tan dramático título, pero es que, aunque hace dos o tres meses que sucedió el infortunio, estaba haciendo memoria sobre los acontecimientos del 2018 y ha vuelto a mi recuerdo uno de los hechos más tristes del año que ha quedado atrás. Es una de esas cosas por las que han de pasar todos los padres, pero eso no lo hace más sencillo...

Después de muchos meses sin perder una pieza, a mi hija de le cayó un diente que amenazaba con desprenderse desde hacía tiempo. Como de costumbre aplicamos el protocolo: saquito con diente bajo la almohada, niña dormida, cambiar diente por moneda y dejar un pequeño regalo junto a la cama (en esta ocasión fue un libro)... Amaneció un nuevo día y estábamos en la cama esperado a que nuestra hija, que suele ser más madrugadora, viniera a enseñarnos lo que le había dejado el Ratoncito Pérez. La escuchamos moverse en la cama y salir al pasillo, y al momento la vimos aparecer por la puerta de nuestra habitación -Gracias papá, gracias mamá. Era el libro que quería...- Cris y yo nos miramos, forzamos una sonrisa -Cariño, ha sido el Ratoncito Pérez-. La peque nos miró con perspicacia -Sé que habéis sido vosotros, me lo han dicho Fulanito y Menganita en el cole, el Ratón Pérez son los padres. Decidme la verdad...-. Ese "Decidme la verdad" cayó como una losa, así que ya no pudimos seguir con la farsa. Explicamos el fake del roedor como buenamente pudimos, tiramos de la ilusión, de las mentiras piadosas y de cualquier cosa que pudiera justificar mantener una mentira durante tanto tiempo... Os aseguro que es una tarea ardua cuando llevas años ensalzando ante tu hijo la sinceridad y la honestidad, y enarbolando la bandera de la verdad ante todo...

Superado ese primer episodio de decepción y miradas reprobatorias, la mayor preocupación de la niña era si seguiría recibiendo los pequeños obsequios ahora que conocía la dolorosa verdad. La tranquilizamos diciéndole que no se preocupara, que seguiríamos siendo sus Ratoncitos Pérez mientras tuviera dientes de leche... Se tanteo las encías con la lengua, echó sus cuentas y tras darnos un beso se marchó satisfecha.

Sabíamos que la cosa no iba a terminar ahí. -Esta niña es muy lista, sólo es cuestión de tiempo que ate cabos y averigüe lo demás...- me dijo Cris. Yo me sentía como un asesino que ocultaba cuatro cuerpos bajo el frío cemento del garaje -No te preocupes, nos ocuparemos cuando suceda...-. Y sucedió.

Llegaron las fechas navideñas: vacaciones, comilonas con la familia y regalos (muchos regalos)... El resultado pudo haber sido catastrófico. Montón de deslices de adultos (abuelos, tíos...) que no son conscientes de que con estos enanos hay que andar hilando muy fino, que parece que no escuchan pero lo escuchan TODO. Gente en los supermercados o por la calle hablando descuidadamente y a voces por el móvil -PUES YO LE VOY A ECHAR LA BAT-CUEVA Y LA CASA GRANDE DE PINYPON...-. O hablando del último "Negro del Whatsapp" gritando que los padres son los Reyes desde el balcón de Andoain... (que ya le vale al tío...). Total que la preguntita de marras al final cayó durante las fiestas -Oye papá, y si el Ratón Pérez sois vosotros ¿no seréis también Papá Noel y los Reyes, No?...-. Lo del Ratoncito Pérez había sido demasiado duro, así que tiré de imaginación y método científico, y dije con absoluto convencimiento -A ver, tú sabes que lo del Ratoncito Pérez era físicamente imposible, un ratón no es inteligente, es más, ¿te imaginas a un ratón levantando un libro como el que te regalamos con el último diente?... Pero los Reyes y Papá Noel son atropomorfos y se les presupone una inteligencia ¿No?...-. Me miró un momento con cara rara (igual me había pasado un poco intentando sonar verosímil...). Así que, después de explicarle lo que significaba "antropomorfo", me soltó un -Sí, eso tiene sentido papá- que sonó poco convencido... -Un año más...- dije para mis adentros -... intentemos mantener un año más la verdad bajo el cemento...-.

1 comentario: