lunes, 25 de abril de 2016

San Jorge 2016

El pasado fin de semana tuvo lugar la celebración de la festividad de San Jorge, patrón de la ciudad de Cáceres, y este año hemos estado muy implicados con el evento. La razón ha sido que el colegio de Olga ha tenido una participación bastante destacada. Nuestro centro ha sido uno de los nueve o diez colegios que han desfilado este año en la comitiva del "santo matadragones", y hemos sido uno de los pocos que han hecho su propio dragón para la ocasión... Está feo que yo lo diga, pero hemos llevado un "dragonaco" que a poco ha estado de hacer sombra al del Ayuntamiento (y por muchísimo menos dinero...). El diseñador y artífice del proyecto ha sido uno de los padres, profesor de arte para más señas, que ha conseguido implicar e ilusionar a un razonable grupo de progenitores, niños y niñas. El resultado ha sido un nutrido elenco de moros y cristianos de todas las edades con disfraces de confección propia, y un temible dragón negro zaino de casi nueve metros de largo y tres de altura...

Durante unas dos semanas hemos estado yendo al colegio por las tardes para colaborar, en los ratos que podíamos, en la confección de trajes y en la construcción del dragón. Kilos de madera, poliestireno y mejunje "Art Attack" que han dado lugar a una resultona bestia mitológica de la que nos sentimos orgullosos...


El día del desfile -viernes 22- nos unimos a los demás colegios y sus minúsculos dragones en el pabellón polideportivo de Moctezuma. Allí se reunieron más de 1.200 personas disfrazadas -más los incontables acompañantes y curiosos-. El dragón del Ayuntamiento también estaba allí, sólo un poco más grande que el nuestro y demasiado colorista y "fallero" para mi gusto, pero bastante bonito. Por allí también estaba, cabalgando entre la multitud sobre su brioso caballo blanco, un San Jorge al que eufemísticamente podríamos denominar entradito en carnes, y al que algún asistente quiso recomendarle que dejara de comerse los dragones después de matarlos...

De nuestra familia sólo la peque iba disfrazada. Yo me resistí durante días a hacerme un disfraz, no va mucho conmigo los de ir llamando la atención, me puede el sentido del ridículo. Sin embargo a última hora me convencieron para colocarme un peto rojo con un dragón negro a la espalda, con la excusa de ir más pendiente de la niña y de paso poder hacer fotos. Así que al final me hice el pasacalles entero con mi peto rojo, habilitado como reportero gráfico y cuidador de unas mini-tropas cristianas que iban un tanto desmandadas...

El desfile estuvo muy bien y los enanos disfrutaron como... bueno, como enanos. Si embargo en estas cosas siempre hay "peros"... En primer lugar, aunque se nos convocó a las 7 en el lugar de comienzo de la procesión, estuvimos allí parados más de dos horas con cientos de niños pequeños, aburridos, cansados o hambientos... ¿Habéis aguantado alguna vez a un crío aburrido, cansado o hambriento?... ¡Pues cientos!...

Cuando estábamos llegando a la Plaza Mayor separaron a todos los dragones del desfile menos al del Ayuntamiento ¿?, mientras toda la gente disfrazada seguía hacia la plaza... ¿De verdad hubiera sido tan complicado dejar que los niños disfrutaran de sus dragones hasta el final de la fiesta? Eran dos dragoncitos de nada... bueno, y el nuestro claro...

Y sin duda lo peor fue la llegada a la Plaza Mayor. El público (no se cuanta gente había allí... miles supongo...) estaba apiñado detrás de unas vallas metálicas. La gente que iba en la comitiva de San Jorge entró en la enorme zona despejada para la quema del dragón, pero luego la policía empezó a empujarnos y a amontonarnos al fondo de la plaza. Montones de niños muy cansados (después de más de dos horas de desfile) habían empezado a sentarse, apiñados, en el suelo y en las escaleras de la plaza, y se llevaron más de un pisotón. Varios adultos inconscientes (por no decir imbéciles) se habían puesto a fumar en medio de esa muchedumbre de críos vestidos con telas facilmente inflamables, paseando sus cigarros sin ningún pudor cerca de las caras de los pequeños... En fin, una locura de gente y de organización.

Después de un par de empujones y algún que otro pisotón a Olga le entró el agobio y a mi la mala leche, así que cogí a la niña e intenté salir de allí. Eso fue otra movida, porque en todo el perímetro de la valla no había forma de encontrar un sitio por donde salir. Al final abrí el cerco a los pies de la Torre de Bujaco y escapamos de allí circundando la plaza por los soportales.

Cuando piensas en estas cosas con la cabeza un poco más fría no puedes evitar imaginar (al menos yo no puedo) que a algún colgado salafista se le crucen los cables ante tamaña ofensa (a fin de cuentas estamos celebrando la Reconquista) y te la acabe liando en medio de una masificación como esa... Cáceres es una ciudad tranquila en la que nunca pasa nada... hasta que pasa.

En fin recapitulando: un diez para los colegios participantes en la fiesta del patrón de su ciudad y un cero pelotero para la organización del Ayuntamiento.

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