viernes, 10 de abril de 2015

Al final se jodió el turbo...

El domingo 5 de abril, volviendo a casa después de unos estupendos días en un lugar de la Mancha, disfrutando de unas breves vacaciones low cost de Semana Santa, se encendió, de forma intermitente y espaciada, el indicador de avería. A penas se notaba un ligero tirón en el coche cada vez que esto pasaba, pero al contrario que en otras ocasiones el coche no se venía abajo; así que al menos pudimos continuar el viaje, previendo -no sin cierta tensión y estrés- la inminente catástrofe que anunciaba la puñetera lucecita... Eso iba a ser que me estaba castigando el niño Jesús por ponerme hasta las cejas de carne los viernes de cuaresma... 

Hace ya más de un año, en enero de 2014, tuvimos un percance con el turbo del coche, que al final se solucionó de la mejor manera posible. En aquel entonces me ahorré el disgusto -que ahora tengo- pues el problema se arregló con un coste significativamente menor: no se había roto el turbo, había sido sólo una válvula de enigmático nombre y la cosa se solucionó con a penas 150 €uros...

El caso es que las aventurillas con el coche no se terminaron durante todo el año que siguió después. Al margen de mantenimientos necesarios, como aceites, filtros, la temida pero ineludible correa de distribución y otras mandangas, tuvimos algún que otro percance, como aquel con un inocente manguito (allá por noviembre) que estuvo a punto de acabar en desastre, pero que por fortuna se saldó con otro considerable (que no dramático) pellizco a nuestra maltrecha economía. En aquel entonces íbamos a tope de contentos camino de Madrid, dispuestos a disfrutar de un gran fin de semana, y el coche nos dejó tirados a 20 kilómetros de la capital. Un manguito se había ido a tomar viento y se había vaciado el deposito del líquido refrigerante. Si no hubiera parado en cuanto noté que el coche se quedaba sin potencia y vi la lucecita en el panel, habría frito el motor. El caso es que lo que iba a ser un maravillo fin de semana entre aikido y actividades familiares en Madrid, se quedó en una estancia mínimamente tolerable en la que estuvimos demasiado tiempo pendientes de si podríamos volver a casa en nuestro vehículo...

Todo aquello pasó y se solucionó con más o menos buena fortuna, pero esta vez no nos hemos escapado. Después de dejar el coche en el taller el lunes pasado, ayer (jueves) recibí la fatídica llamada: "Lo siento mucho Fran..." me dijo el mecánico, que ya sabe lo llevamos bregado y al que tenemos ya, a estas alturas, cierto afecto... "Pero esta vez sí que es el turbo...".

Así que toca cerrar los ojos y apretar lo dientes... A mediados de mes, cuando vaya a recoger el coche, seré casi mil euros más pobre y mi virtud habrá sido mancillada una vez más por las vicisitudes de la automoción...

1 comentario:

  1. Aaamigo, nos hacemos mayores. Yo me gasté 400 entre servofreno y caudalímetro el mes pasado, y me están convenciendo en que me gaste otros 400 (al menos) en inyectores este mes... Y ya no sé si gastarme un duro más, o empezar a meter una hucha e ir mirando (buff, que caros son) un coche nuevo...

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