Corría el año 1996. Yo era pavo de 19 años, en segundo año de carrera, agobiado por los estudios y con muchas ganas de partirle la cara a más de uno. Desde siempre me habían gustado las artes marciales (ya conté en alguna ocasión ciertas anécdotas al respecto en este blog...). Mi condición de universitario y mi flamante carnet del SAFYDE, me permitían acceder a la práctica de varias actividades deportivas a un precio muy económico.
Por aquel entonces el profesor de la asignatura de Deportes de Combate de una jovencísima Facultad de Ciencias del Deporte, estaba impartiendo también clases de karate para el Servicio de Actividad Física y Deporte de la Universidad y yo me apunté. ¿Cómo perder la ocasión?, había hablado con algunos conocidos de esa facultad y me habían convencido. El tío era todo un as, había sido campeón de Europa con la selección española de karate no se cuantas veces, tenía tropecientos títulos nacionales e internacionales y encima era un canario majo... Y el otro día viendo las noticias reconocí su cara y me quedé lívido. Le acababan de condenar a 302 años de cárcel por la mayor trama de pederastia que ha conocido este país.
Llevo meses escuchando, sin demasiado interés la verdad, noticias sobre el "Caso Karate". Como mucho pensaba: menudos hijos de puta, ¿Cómo habrá gente así?... pero hasta hace unos días ni siquiera había visto una foto del tipo. Parece ser que por aquel entonces ya tenía montado su truculento tinglado en las ínsulas (dicen que lleva 35 años con el tema) y estaba haciendo en Cáceres su tesis doctoral... Es una sensación desagradable ésta de haber conocido a uno de los personajes más despreciables que uno puede imaginar y haber sentido admiración por él.