miércoles, 29 de junio de 2011

El puto tonto de la trompeta

25 de junio de 2011. Una ciudad en el norte de Extremadura. 41ºC a la sombra. Ni un gorrión en las calles... Bueno, salvo cientos de sanjuaneros fiesteros y etílicos por todas partes.

Este fin de semana, como viene siendo tradición, tocaba darse una vuelta por los San Juanes de Coria. Como de costumbre: toros, peñas y alcohol hasta decir basta. Dicen que hay que ser de la tierra para entender la fiesta. Vale, me lo creo. Pero esperar a 40º C, rodeado de gente sudorosa y alcoholizada, en calles llenas de basura -donde un ligero aroma a orina flota por todas partes-, para ver pasar corriendo a un toro y tres cabestros (suponiendo que puedas ver algo), durante unos 3 segundos, dista bastante de mi idea de diversión... Por no hablar de correr delante de esos bichos de 600 kilos y cuernos enormes. Dicen que ahí es donde está la gracia... A mí que me esperen.

... Y aún así allí estuvimos, exponiéndonos –niña incluida- a un golpe de calor. Bien fuera esperando ver a los bóvidos, bien fuera caminando –a unos 38 o 39 grados y habiendo desistido de ver más toros- en dirección al río, donde estaban los cacharritos de la feria. Bajamos a las orillas del Alagón buscando algo de fresco y montar a la enana en alguna atracción (serían las siete o siete y media). Y de paso huíamos de la masificación del centro, donde en esos momentos un toro y cientos de personas corrían por la calles. Pero al llegar al río ¡sorpresa!, la feria estaba completamente muerta, ni una atracción en funcionamiento. Así que nos tomamos unas cervezas y un zumo en los chiringuitos desiertos y emprendemos el tortuoso ascenso al centro, en busca del refugio en casa de la abuela, con el mismo calor y bastante frustración. Luego resultó que los feriantes no se ponían en marcha hasta las diez más o menos. Supongo ninguno contaba con niños pequeños antes de esa hora, que sé yo...

Las peñas, repartidas ecuánimemente por todas las calles, hicieron de las calurosas noches de San Juan toda una delicia. Los gritos de voces roncas, gangosas y destiladas, los petardos a altas horas de la madrugada y el estruendo de esa emotiva música chunda-chunda, alcanzaron el éxtasis místico la madrugada del sábado al domingo, cuando habiendo conciliado el sueño –pese a todo, y un buen rato después de acostarme- me desperté sobresaltado sobre las dos y media por un toque de corneta. Yo que creí haberme librado de la mili gracias a las prórrogas por estudios, me encontré saltando de la cama al toque de diana, que pronto mutó en paso doble taurino y, posteriormente, en una pésima interpretación de Paquito el Chocolatero. A las tres y pico ya me escocían las ganas de bajar a la calle y hacerle tragar el instrumento al puto tonto de la trompeta, asumiendo incluso de buen grado que, después de la ingesta, sus colegas me partirían la cara. Finalmente a las tres y media, el sonido aberrante se fue alejando para hacer las delicias, supongo, de los vecinos de otras calles. Respiré profundamente. El ruido de la calle volvió a niveles "normales", me acosté y recibí a Morfeo fantaseando con elaboradas torturas. En mi mente resonaban las palabras "tenemos derecho a divertirnos, tenemos derecho a divertirnos...". Y me llegó el sueño intentando dar sentido al hecho de que la diversión de unos dependa, tan lamentablemente, de molestar a otros.

jueves, 9 de junio de 2011

Tontadas institucionalizadas (I)

Tratar de mantenerse informado puede ser un gran descalabro para la salud mental de cualquier individuo medianamente cabal. Suelo ojear diariamente dos o tres periódicos y varios enlaces a noticias que me llegan por correo o que ocasionalmente veo en las redes sociales, y cada vez más a menudo me encuentro con chirriantes titulares que suelen tener como punto de partida una nueva iniciativa, ley o protocolo con el patrocinio de nuestros sociales y progresistas dirigentes.

En otras ocasiones me he hecho eco (en este y otros blogs) de noticias sobre ciertas jugadas maestras de nuestros políticos, en las que quedaba patente su brillantez y compromiso social, aunque hasta ahora nunca había aglutinado estas entradas bajo un epígrafe común. Pero eso se acabó. A partir de este momento queda inaugurada una nueva sección: ¡¡¡Tontadas institucionalizadas!!!

Y ahora vamos a entrar en materia.

Obreros de la construcción, profesionales del andamio y maestros del ladrillo y el pladur ¿Acaso pensabais que la burbuja inmobiliaria era el mayor de vuestros problemas? Llega el Protocolo de atención a las mujeres que sean objeto de piropos en la vía pública. De la galardonada directora general de igualdad (anterior ministra de igualdad) Bibiana Aido. Próximamente en su Juzgado de Instrucción más cercano.

Desde luego hay que aplaudir esta iniciativa, ya que según una tal Esther Castellanos, de la Comisión de Igualdad del Colegio de Sociólogos de Madrid, piropear a una mujer (y sólo a una mujer claro) en la vía pública, demuestra el incuestionable deseo de apropiarse de un cuerpo ajeno. Claro que algunos sectores feministas más radicales abogan por medidas más contundentes para atajar de plano una dramática realidad social irrefutable: todos los hombres son potenciales violadores. Así que lo mejor sería arrancarles de cuajo los genitales para erradicar el problema...

Yo, por si acaso, ya he dejado de mirar un buen trasero o un escote generoso. Una mujer tiene todo el derecho del mundo a pasearse exhibiendo sus encantos sin que nadie la mire... ¡Faltaría más!

Sesudo análisis político

Ya hace casi un mes desde las últimas elecciones municipales y autonómicas. Las cabezas están algo más frías, han quedado atrás los apasionamientos preelectorales y se impone una nueva jornada de reflexión, pero a posteriori... O mejor no, porque a tenor de cómo están las cosas lo mejor es aceptar que nos gobiernan amebas descerebradas y que lo mejor que cabe esperar es que un día se olviden de respirar y, por fin, nos dejen a todos tranquilos.

Después de toda esta agitación política, el brutal varapalo sufrido por el partido socialista y el inesperado -y hasta cierto punto esperanzador- movimiento del 15M, la mayoría de los españoles estamos a la expectativa. Unos más que otros la verdad, porque los extremeños (por hablar de lo que me toca más de cerca) estamos con el alma en vilo por no saber todavía, a estas alturas, quién narices nos va a gobernar los próximos cuatro años. Por un lado están los pperos que están deseando echarle mano al histórico bastión socialista. Por otro lado están los psoistas, a quienes, desde el mismo día de las elecciones, les faltó tiempo para "tender la mano" -viendo que se les escapaba el feudo- al partido clave, Izquierda Unida, al que, por cierto, hasta ese día no habían hecho ni puto caso en estas tierras. Y ahí están ellos, IU, haciéndose los interesantes, con sus consultas democráticas no vinculantes (vamos que preguntarán por saber de que lado se bandea el personal, pero al final harán lo que les de la gana). La verdad es que IU tiene una papeleta cojonuda. Por un lado tienen a la cúpula central rasgándose las vestiduras, porque bajo ningún concepto se puede permitir (por acción o inacción) que entre a gobernar la derecha radical, franquista y maléfica. Por otro lado están los representantes autonómicos que no saben que hacer, porque si apoyan al PSOE incumplen su programa y traicionan a parte de su electorado (e indirectamente a otra mayoría de ciudadanos que han votado un cambio). Y si se abstienen en la investidura, contravienen la tendencia del partido a nivel nacional... En cualquiera de los casos van a decepcionar a unos cuantos de sus votantes, lo que igual les afecta en los próximos comicios... ¡Uf! Lo dicho, menuda papeleta.

He hablado con mucha gente desde las últimas elecciones. Esta vez, la situación ha suscitado más debate del que yo esperaba, y desde luego me he visto gratamente sorprendido al escuchar, por primera vez, a muchos a mí alrededor que no estaban hablando de Formula 1 o de fútbol, sino de política. Lo cierto es que toda esta agitación me ha hecho reflexionar mucho y en cierto modo me siento, también, mucho más responsable políticamente hablando. En mis conversaciones me he encontrado de todo, pero la mayoría de las opiniones se aproximan bastante a la mía en cuanto a quién debería gobernar. Es de sentido común pensar que, si hemos de ser políticamente democráticos y correctos, debe entrar en el gobierno el partido más votado. El PP ha ganado las elecciones con una mayoría simple, lo que por justicia (no sólo para ellos, también para los votantes) debería permitirle gobernar. Lo bueno es que al no tener una mayoría absoluta, todas las decisiones importantes, al final, deberán votarse en la Cámara Autonómica, con lo que deberán legislar con responsabilidad y quedará garantizada la pluralidad (claro que es sólo mi opinión).

De todas formas tampoco me quiero mostrar excesivamente optimista. Todavía esta por ver la que se va a liar cuando empiecen a salir resultados de auditorias en diputaciones y ayuntamientos. La cosa no debe andar muy bien cuando hay políticos que no se han votado ni a si mismos y municipios donde ciertos partidos han sacado menos votos que nombres llevaban en sus listas. Ya veremos si los nuevos gobiernos no se llevan las manos a la cabeza y escapan gritando "¡¿PERO DÓNDE NOS HEMOS METIDO…?!". En cualquier caso, a veces una única frase da una lectura bastante fiel que cuan perdidos y alejados de la realidad están los políticos (o cómo de cínicos pueden llegar a ser). Como cuando el día del derrumbamiento nuestro flamante presidente autonómico (ahora en funciones) dijo eso de "... Pues algo habremos hecho mal...". Sí ¿verdad? Pero ni puñetera idea de qué ¿No?... Hay que joderse.