martes, 3 de enero de 2012

El año termina y comienza de cojones...

La verdad es que en casa ya deberíamos estar acostumbrados. Desde hace ya unos cuantos años, aguardamos las fechas navideñas con cierta desazón. Haciendo un rápido repaso puedo recordar que perdíamos a mi abuela Visi el día 31 de diciembre de 2007. El día 25 de diciembre de 2008 mi madre ingresaba de urgencias con una apendicitis y pasaba por quirófano por enésima vez en su vida. En diciembre de 2009, el día 22, no nos tocaba en la lotería ni un puñetero céntimo, eso sí, se iba mi otra abuela, Vicenta. En Nochevieja de 2010, justo después de las uvas, mi padre, que estaba bastante fastidiado con una bronquitis, se fisura una costilla con un brutal ataque de tos, y acabamos la noche en urgencias. Y finalmente, el 2011 lo hemos despedido llamando al 112 por un nuevo episodio de convulsiones febriles de la niña, el día 31 por la mañana. Así que hoy estoy de un humor de la leche. Casi mejor que ya haya pasado diciembre. En casa estamos pensando en borrarlo del calendario para ver si así nos escapamos. Y encima, por si fuera poco, los cabrones de los Mayas van y dicen que se nos acaba el tinglado el próximo día 21 de diciembre. Así que parece que este año tampoco acabará mucho mejor.

Por razones un poco menos dramáticas (al menos para mí), tampoco es que este bisiesto haya empezado de lujo. De momento, comienzo el año con mi sueldo congelado -y previamente reducido-. Además, el aumento de la jornada laboral está al caer; y las perspectivas de carga de trabajo no son nada alentadoras a tenor de la ausencia de, aproximadamente, un 40% de compañeros que han sido despedidos o reubicados. Por si fuera poco, pagaremos uno poquito más en impuestos, de momento IRPF e IBI, de momento... Pero es que tenemos que ser jodidamente solidarios porque nos hemos creído muy ricos y eso no puede ser...

Así que me perdonaréis que este años no os haya mandado mensajitos por móvil, correo electrónico o Facebook. Yo os quiero igual que siempre, pero es que no me sale. Estoy deseando que pasen estas fechas para quitar de en medio el Belén y el puto arbolito, y poder seguir con mi vida normal, con sus días buenos y sus días malos, pero sin la hipocresía y los buenos sentimientos enlatados de todo el mundo en general y de la mierda de la tele en particular.

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