miércoles, 26 de febrero de 2014

Úlcera corneal recidivante. ¿Capítulo final?

Hasta la fecha he tenido la suerte de no enfrentarme en carne propia a problemas médicos demasiado importantes. Así que cuando digo por ahí que mi experiencia de hace una semana es una de las peores -médicamente hablando- que recuerdo, la gente puede tacharme de llorón y nenaza... Hace ya más de tres años puse una entrada en este blog hablando de un pequeño altercado entre mi ojo y un dedo de Olga. Aquella primera úlcera en la córnea ha dado lugar a una serie de problemas y molestias periódicas cuyo capítulo final espero haber escrito esta vez. 

Como consecuencia de aquella primera lesión y una mala cicatrización (cicatrización en falso lo llaman los médicos) cada cierto tiempo, por un pequeño roce, o simplemente por sequedad ocular al despertar por la mañana, me encontraba con molestias en mi ojo derecho. Sensaciones parecidas a cuando te entra arena, o como cuando una pestaña rebelde e insignificante te amarga el día, salvo que no ves ni arena ni pestaña, y sólo cabe cerrar los ojos un buen rato y esperar a que se pase. En el mejor de los casos pasaba en unos minutos, otras veces podía estar todo el día con esa incomodidad. 

Resultó ser que, como consecuencia de la mala cicatrización, la capa epitelial de mi córnea había quedado tocada y no estaba bien fijada en su sitio, de forma que un roce algo brusco en el párpado o el propio parpado al moverse con el ojo seco la podían levantar, lo que daba lugar a las molestias. En estos tres últimos años he recibido -al menos un par de veces- tratamientos con antibióticos y cremas epitelizantes, y me he hecho adicto a las lágrimas artificiales; pero aún así las molestias volvían periódicamente..., hasta el lunes de la semana pasada, cuando un golpe accidental y desafortunado (o afortunado, según se mire...) entrenando me puso el ojo mirando pa' Cuenca... Otra vez la úlcera, y el epitelio vuelto del revés. Aguanté a duras penas la noche del lunes, pero el martes por la mañana me tuve que ir a urgencias. 

Tras pasar por urgencias y verificar que la úlcera estaba ahí, me mandaron a oftalmología, donde una competente doctora, tras revisar el informe correspondiente, me colocó la cabeza en ese pequeño y simpático aparato de tortura donde apoyas la barbilla y la frente, y te aturden apuntándote a los ojos con haces de luz... -"pues sí tienes una úlcera, pero parece superficial... aunque igual te la hago yo más grande con lo que te voy a hacer ahora. Tienes la capa epitelial hecha unos zorros y te la voy a quitar enterita para que se regenere por completo... Ahora no te muevas que te voy a raspar la córnea..."- ¿¡CÓMO!?¿¡Raspar qué!?... 

Aseguró que me había echado unas gotas de anestesia, vale, pero creo que no fueron suficientes. Que no me moviera decía una y otra vez, que me relajase... ¡Joder, si me lloró tanto el ojo que casi me ahogo!... -"Vas a pasar un par de día bastante malos..."- me comentó cuando acabó -"... pero la capa epitelial se regenera rápido. En 48 horas deberías estar bien, y si todo va como debe no deberías volver a tener las molestias de los últimos años"-... Al final han sido algo más de 48 horas. Aquel día y el día siguiente fueron, en efecto, bastante malos. Las 48 horas de reposo no fueron suficientes; el día que debía volver al trabajo todavía veía borroso y la luz me molestaba horrores, vamos que no estaba ni para conducir ni para pasar ocho horas delante de una pantalla, así que me dieron de baja. Se metió el fin de semana y poco a poco he ido recuperándome por completo, así que desde el lunes vuelvo a estar en activo. La experiencia ha sido más bien poco agradable, pero si es verdad que las molestias desaparecerán definitivamente tengo que buscar al compañero de entrenamiento que me arreó el castañazo y manifestarle mi más efusivo agradecimiento...

lunes, 17 de febrero de 2014

Diferencias entre un gobierno que dice que fomenta en autoempleo y un gobierno que fomenta el autoempleo... (fuente aquí)


De facturas eléctricas y sanidad pública, universal y de calidad

Escribiendo un blog que declara abiertamente que soy "un puto pesimista", no puedo evitar en ocasiones sentir cierta decepción conmigo mismo. A la vista de las últimas entradas, se diría que vivo una idílica vida de pequeños viajes, excursiones y salidas familiares... Bueno, mi día a día no es idílico, pero afortunadamente la importante parcela de la familia goza de buena salud... Además, el objetivo que persigo escribiendo aquí -ya lo he dicho otras veces- es luchar contra ese pesimismo que ocupa demasiado espacio en mi día a día, y la mejor manera de llevar a cabo esa lucha no es descargarme escribiendo de toda la rabia y la bilis que me producen ciertos hijos de puta cada vez que tengo la desgracia de abrir un periódico o mirar un programa en la tele... Es decir, con todo lo demás sigo bastante pesimista (por no decir encabronado).

Tengo que reconocer, desde luego, que mi "activismo bloguero" se ha visto reducido. Podría poner por excusa el trabajo, o las responsabilidades familiares; y no digo que no tengan algo que ver, pero lo cierto es que estoy cansado. Quisiera escribir sobre todas las cosas que me incendian el ánimo, pero entonces no haría otra cosa. Sigo pensando que es mi obligación estar informado, lo que pasa es que he decidido no alimentar las llamas con mis palabras... Eso no quita que a veces, me pillen con las defensas bajas. Entonces, cuando te acuestas con esto y te levantas con esto otro, eres consciente (más de lo normal) de que te han jodido el día, y tienes que gritarlo en la blogsfera... 

No es que sea nada nuevo bajo el Sol. Lo de la estafa de la electricidad es algo tan habitual que ya ni nos duele (Se me ocurren metáforas demasiado gráficas y explícitas sobre las que no entraré en detalle)... En cuanto a la sanidad, ¿qué os voy a contar? El programa de la Sexta tampoco dice nada nuevo, pero ver todas las cifras y gráficos así, de sopetón, parece que escuece más. Merece la pena ver completo el programa, siempre y cuando uno tenga las tragaderas suficientes para escuchar a los cuatro gilipollas que dicen que aquí no pasa nada, que todo está guay, justo un instante antes de que les planten en la puta cara de autocomplacencia la pegatina de "MENTIROSOS". Conozco mucha gente en el sector de la salud pública, así que puedo hablar con información de primera mano. Son grandes profesionales, sobrecargados de trabajo, agotados y espantados por una situación sin precedentes en la sanidad de este país, en la que poder realizar una operación a corazón abierto depende, por ejemplo, de que haya guantes de látex en el almacén. Escalofriante. Igual mi lenguaje de hoy me desautoriza completamente, pero es que ahora no me sale otra cosa... Sanidad más eficiente ¡Los cojones!