domingo, 30 de junio de 2013

¡Haaaala, que los Estados Unidos nos espían...!

¿Cómo ha podido pasar?, ¿Quién podría imaginarlo?, ¡Esto es inaceptable!, ¡Qué Rajoy comparezca ya mismo en el Congreso para dar explicaciones!... Yo pensando que lo de Spy Game, Enemigo Público y todas las de Jason Bourne era pura ciencia ficción; y resulta que son destellos de realidad, pequeñas pistas que sutilmente nos lanzaba la industria cinematográfica... 

No se que me joroba más, la tontuna generalizada o la airada indignación de tanto estamento burrocrático: "Oooh, excede a todo lo imaginable que nuestros amigos de EEUU miren a los europeos como enemigos"... ¿De verdad podemos tomarnos en serio el estupor de las instituciones europeas? ¡Venga ya! 

Todo esto es tan ridículo que no se ni por dónde empezar. Parece que el pobre Edward Snowden ha desvelado el más terrible secreto alquímico; como si el tema del espionaje no fuera algo tan viejo como el mear de pie (aplíquese la metáfora sólo al género masculino). ¿Acaso la humanidad se ha agilipollado tanto en las últimas décadas que, como hoy día estamos tan "guays" y felizmente globalizados en el primer mundo, pensamos que ahora todos somos supercolegas de la muerte, nos llevamos de puta madre y remamos juntos hacia el mañana, en pos de un bien común, más elevado y dignificante, sin importar un ápice cientos de años de historia de rencillas, guerras -comerciales y de las otras- y de hacernos putaditas los unos a los otros...

¿Acaso alguien piensa que los todopoderosos USA van ha ceder -al menos intencionadamente- un ápice de su ventaja militar y económica porque ahora tienen muy buen rollo con la vieja y colonialista Europa? Y mucho menos ahora, que países como China, India o un montón de emergentes, vienen apretando por detrás con su particular manera de entender la democracia, los derechos laborales, el libre comercio y cosas así... 

¿Va a dejar Estados Unidos de controlar a los países europeos, enzarzados en disputas políticas y comerciales (cuando no estamos partiéndonos la cara) desde que el mundo es mundo porque ahora somos ""Unión"" Europea? 

¿Se van a fiar los americanos, por ejemplo, de Alemania, que hoy vuelve a manejar los hilos políticos y económicos de toda Europa, porque son un ejemplo de trabajo y perseverancia? Que yo no digo que no lo sean, pero muchos en Estados Unidos pensarán que los alemanes ya la han liado un par veces y andan con la mosca detrás de la oreja. 

¿Dejarían los EEUU sin vigilar a un montón de estados, que han albergado (y aún albergan) células de decenas de movimientos terroristas, y que comparten frontera con la mayoría de los países conflictivos que consideran que el imperialismo americano es la raíz de todos sus males, sólo porque ahora somos todos muy "amigos"? 

¿De verdad podemos indignarnos por la pérdida de privacidad cuando llevamos años contando los pormenores de nuestras vidas en redes sociales y medios de Internet (la mayoría de origen americano), esparciendo nuestras fotos personales a diestro y siniestro, y lanzando nuestra intimidad por un metafórico retrete conectado a todas las tuberías del mundo? 

¡Venga ya! 

No niego que la ausencia de privacidad sea un problema (lo es y me fastidia...). Y desde luego saberse espiado y controlado (bien como país o bien como persona) no es plato de buen gusto. No aplaudo este tipo de prácticas, ni en países, ni en empresas (a las que todos los días entregamos parcelas de nuestras vidas); pero nosotros nos lo hemos buscado. Es el precio que tenemos que pagar por la interconexión, la hiperinformación y la tecnología. Y esperar que los poderosos, golpeados por una repentina ola de ética y humano buenrollismo, no vayan a hacer uso -y abuso- de todo esto, con los siglos de historia que nos preceden, es ser muy inocente o, sencillamente, muy tonto. O quizás piensan que los demás los son y por eso hacen ahora el teatrillo de llevarse las manos a la cabeza y rasgarse las vestiduras... 

Si cuentas en Facebook que esta mañana has tenido problemas con tu regularidad intestinal, no te sorprendas de que al día siguiente Kellog's intente venderte All-Bran... Esa es la pura y dura realidad.

jueves, 27 de junio de 2013

Panadero humilde, anónimo héroe

Es el 21 de diciembre de 1976. Ya trascurren las horas centrales del día pero afuera hace frío. El niño duerme plácidamente en su cuna. La niñera, joven, inexperta y, probablemente, poco espabilada, recorre el piso realizando algunas labores domésticas de forma un tanto anodina. Tras un rato en la cocina regresa al comedor. Observa el panorama apabullada. Las faldillas de la mesa camilla arden pasto de las llamas, también hay fuego en los sillones y ha comenzado a extenderse por las cortinas. La chica sale corriendo aterrorizada de la vivienda, cerrando la puerta tras de si.

Poco rato después Juan, el panadero que hace su reparto diario en ese edificio, está parado frente a la puerta de la casa. Recoge descuidadamente la nota prendida de la bolsa del pan y entonces se da cuenta de algo: parece que sale humo por debajo de la puerta. Empieza a llamar insistentemente; primero al timbre, luego aporreando con los nudillos. No hay respuesta. Sin pensárselo dos veces la emprende a patadas y logra vencer la fragilidad de la cerradura. Una oleada de humo le llena súbitamente los pulmones y le irrita los ojos. Aguza el oído, cree haber escuchado algo. El sonido se hace más nítido, es el llanto de un bebé. Sin tener demasiado claro qué será lo siguiente, entra en la casa con el cesto del pan colgando de su hombro. Entre toses, logra abrirse paso a través de la humareda y encuentra la habitación donde un bebé de seis o siete meses llora, el humo ha empezado a entrar en el cuarto y el irritante olor ha desatado la llantina. Juan coge a la criatura, la deposita cuidadosamente dentro del cesto entre bollos y vienas, y cubre su cara con una sábana de la cuna. Luego sale corriendo de allí tan rápido como el humo y sus piernas se lo permiten.

Cuando el hombre llega a la calle, las sirenas de bomberos y policía ya ahogan cualquier otro sonido con su estruendo. El crío llora a todo pulmón, alterado por la agitación y el ruido, cuando Juan se lo entrega a uno de los agentes... 


... 

El otro día en casa de mis padres, volvió a surgir el tema del incendio, y por enésima vez desde que Olga supo que hace mucho tiempo la casa de los abuelos se había quemado, nos vimos narrándole una versión light del acontecimiento para satisfacer su curiosidad. Luego cuando la niña olvidó un poco el tema, mis padres y yo seguimos conversando un rato. Mi padre me contaba, todavía con un nudo en la garganta, que alguien le puso una mano en el hombro diciéndole apesadumbrado que su hijo estaba dentro. Me contaba, aún con una pizca de rabia, cómo intentaron impedirle la entrada en su casa. Me explicaba que, cuando logró entrar, se encontró en medio de un espectáculo desolador, y cómo intentando descolgar una lámpara de techo, que aparentemente se había salvado, ésta se convertía en polvo en sus manos...

No se si la historia fue exactamente así, pero sí se que el bebé al que una niñera inconsciente abandonó en medio de un incendio era yo. También se que si hoy puedo escribir esto es porque el señor Juan, me sacó de allí en su cesto del pan. Aquel día mis padres, dos críos con a penas 23 años, lo perdieron casi todo, pero un humilde panadero salvó lo más preciado.

Muchos años después, cuando mi familia volvió a Badajoz, trataron de localizar a aquel panadero para que yo lo conociera. Encontraron a su hijo. El señor Juan había muerto un año atrás por problemas basculares. Ocasionalmente el incendio, el panadero y el cesto de pan vuelven a nuestra memoria y hablamos de ello. Sin embargo en esta ocasión cuando mis padres me recordaron el nombre (supongo que por enésima vez), algo se me removió por dentro y pensé que después de llevar tanto tiempo escribiendo en blogs y contando tontadas más o menos intrascendentes sobre mi vida, nunca había escrito nada sobre este hecho en particular, sobre el héroe protagonista y sobre el día en que probablemente volví a nacer.

viernes, 14 de junio de 2013

Nevus Man o cómo me convertí en superhéroe...

Recientemente me han extirpado otros dos lunares en la espalda. Las secuelas de la intervención en uno de ellos, por cierto, lleva dándome la lata desde hace varios días. Mientras la herida y los puntos de uno han curado y cicatrizado satisfactoriamente (de hecho me quitaron los puntos un día antes de lo previsto), el otro ha terminado convirtiéndose en un quebradero de cabeza en las últimas dos semanas... Infección, herida abierta, antibióticos y curas cada dos por tres. 

El caso es que en estos días estoy sufriendo mi agobio periódico por el gran número de lunares que salpican mi piel por todas partes. Suele coincidir con el advenimiento de los primeros calores. En estos días "casi" puedo ver como los rayos ultravioletas manipulan con absoluta abyección la pigmentación y forma de las dichosas acumulaciones de melanocitos de mi dermis. Casi puedo sentir con pavor como se precipita el melanoma... Me lanzo a la búsqueda desesperada de todo tipo de información, medidas de detección y prevención..., y claro, me pongo a leer uno de esos test y el agobio crece... 

-¿Tienes la piel y los ojos claros?- Pues sí, tengo la piel bastante clara y unos irresistibles ojos verdes azulados... grrrr... 
-¿Tienes más de cien lunares?- ummm... sí. Si me apuras seguro que puedo contar hasta doscientos...
-¿Lo tienes con distinta pigmentación?- eh... sí. Desde negros, hasta marrones de varios tonos... ¡Ah, y rojos!. 
-¿Alguno es de cierto tamaño y/o con bordes irregulares o poco definidos?- Pues sí, más de uno la verdad... 
-¿No te pones moreno y te quemas la piel con facilidad?- Blanco nuclear o rojo salmonete, esos son mis colores... 
-Usted tiene treinta veces más posibilidades de sufrir cáncer de piel...- ¡MIERDA! 

La verdad es que es un tema que me preocupa bastante, afortunadamente he aprendido a convivir con mis problemas de piel. Me hago revisiones anuales y a la mínima que veo algo raro me voy echando leches al dermatólogo... Lo bueno es que a veces, cuando más angustiado te encuentras, das con una noticia que, como poco, te arranca una sonrisa y te sube un poco el ánimo: 


¡Toma ya! Soy un superhombre... Siempre y cuando consiga mantener a raya la mutación de mis células dérmicas... Todo superhéroe tiene sus debilidades ya se sabe. La jodida naturaleza es muy sabia y tremendamente ecuánime.